sábado, 5 de mayo de 2012

el dormir de los moluscos (2)

Nos debíamos el mundo. La deuda adquirida en su visita fue así de intensa. En recompensa, también infinita era su trascendente estela. Ya las horas no eran horas, y el destino cerró sus puertas. En el intento de permanecer inerte perdí los estribos, las riendas, y ¿qué se hace cuando no se ve el camino ni se siente el suelo que se supone que pisas?
"Somos el día y la noche sin poder vernos... "

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