Nos debíamos el mundo. La deuda adquirida en su visita fue así de intensa. En recompensa, también infinita era su trascendente estela. Ya las horas no eran horas, y el destino cerró sus puertas. En el intento de permanecer inerte perdí los estribos, las riendas, y ¿qué se hace cuando no se ve el camino ni se siente el suelo que se supone que pisas?
"Somos el día y la noche sin poder vernos... "
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