lunes, 20 de diciembre de 2010

BAJO LA NOCHE


Bajo la noche, de fondo a la ciudad, me abraza tu voz iniciada en tu boca. Te voy conociendo, extraña, voy reconociendo mi pasado en tu vida.
Bajo la luz de estrellas, quietas sobre nosotros, acercas tus labios a mi boca. En ti estoy unido, amada, estoy uniendo mi vida a tu pasado.
Bajo la niebla helada, que cubre el monte, apartas tu cuerpo de mi alma. Ahora soy tuyo y eres mía, extraña, tan mía como mi vida que termina.

II

Quisiera saber bajo qué circunstancias caminas en soledad, mirando el suelo, el camino que tus pasos no conocen. En algún lugar en el mañana despertarás, sintiendo tibias sábanas, y reconocerás mi nombre perteneciente al sueño; sueños desolados de coches, de casas, de tareas; sueños cercanos a la ruta de las aves, serán los que se mezclen con mi nombre. En algún lugar de tu corazón, extrañarás sentir mi tristeza, y yo, tendré en mi corazón tus penas. Si el mañana llega tras las hojas de las moras, sabrás que tus lágrimas tienen razones fundadas en mis actos, y mis amores pertenecerán a tus sueños. Quisiera tener en mi costado tu cuerpo, abrazarlo y decirle que lo amo, porque fui tan solitario antes de conocerte, que al ver tu sombra en mi camino, contemplé inmóvil cómo desaparecías bajo la noche.

jueves, 4 de noviembre de 2010

MUCHACHA

MUPA

Por sobre las nubes cuelga un beso
de tu boca dulce y enamorada.
Mi lengua pide un poco de rocío, de lluvia;
pide toda la miel desde tu boca.
Eran la carne, tu voz y tu aroma
un susurro reunido en mi oído.
Así como el vuelo de las golondrinas
vino en otoño la noticia de tu vida.

Mariela del mar y de niebla;
mi corazón marchito anida en tu cama.
Puedo irme o ser contigo
las cuatro estaciones que me quedan de espíritu.

Tú, sentada junto al lago
cubrías los pies con mi manto de agua,
sentías el rumor inquieto de mi palpitar
por estar cerca de lo que amo.

Los días y las noches me han visto
buscar en las piedras, en el río, en la calle
una señal de tus pasos perdidos.
Fugitivo del tiempo
las cadenas de la distancia me impiden
liberar el salvaje canto de mi melodía.

A media noche despierto;
carece mi lecho de tu cuerpo,
van mis pesadillas en pos de ti
y tú olvidas que aguardo por verte.


II

Fue este insomnio a diluirte, a besarte
a continuar bebiendo los minutos sin tenerte.

Cada minuto sin filo se hunde, me hiere;
es inútil pretender que no duele.


Creí ver que de madrugada apareciste;
y pensé en mi sueño delgado y triste.


Mar y Niebla y Niño de Viento en el Viento del Sur
III

He tropezado con tu ausencia,
Mariela de violetas y tierra.
Me dijo lo que ya sabía:
El mañana nunca llega.

Se conflagra tu recuerdo
sobre las llamas del pasado.
No es dolor sino algo más insano
continuar en ti pensando.

¡Hay, vida, porqué existe la distancia!

Acaba con el dolor, conmigo;
termina el mar del castigo,
de vivir doce meses sin mi abrigo.

IV

Hoy, como siempre
-el siempre de los días contados
que no cuentan sino los aislados-
se rasgó la noche en mi vientre,
en mi oído, en mi muñeca;
y aún así no vino a mí la muerte.

Pedí un trago tras un tango,
pues ni carta o mensaje con tu nombre
quiere hoy venir a decirme
con quién duermes si no es conmigo.
Sólo veo cómo me llama
un conocido e inerte amigo.

Hoy, como siempre
-del siempre que contamos los mismos-
han llorado mis lágrimas
del flujo constante de extrañarte







V

En tu roce va tatuada mi memoria
con el luto de quien ama y no tiene,
no halla, ni encuentra
la persona que ama.
Diré que cada paso conoce mis pies,
y que la senda se dirige contigo.

En mi interior, a media luz
Mariela dice adiós
con la mano sobre el hombro.
Y como huérfano que va con su madre,
abro los ojos para ver que no estás.
Era tu nombre, y yo,
en mi interior plenamente oscurecido,
decía tu nombre: Mariela.



VI

Mi ala rota se alberga sufriendo
entre la bandada de los campos floridos,
los juramentos, las aguas quietas de tu perfume.
Conservo el vuelo de antaño
donde no olvidé recordarte.
A consolarme viene la aflicción,
las amigas, las estrellas,
y sobre todo la luna en mi ventana.

Si he comido será sin apetito,
pues se me antoja lo más exquisito;
eso que las personas llaman:
Amar correspondido.


VII

En las noticias dijeron
que subió el precio de los cigarros,
el índice de crímenes,
las tasas de nacimiento,
el valor de la gasolina.
Unos se contentaron,
pero yo entristecí.
Porque nadie comentó
que aumentó mi dolor,
mi angustia, mi extrañarte;
que ya es común el llorar,
beber solo, dormir aún más solo
y no besarte con pasión.



VIII

No digas nada, tu silencio dice todo.
Es en esto nuestro diálogo
cuando duermes, cuando trabajo
y las veces que pido mi medicina.

Sé que dices que eres mía
plena, sentimental y niña,
con el Hijo del Viento entre tus brazos.

Una carta a medio día
puede anunciar mis espasmos,
los sueños embalsamados
y cada luna sobre el cielo.
No importa mi humor,
sino la herida de tu nombre cierta.

No sé porqué entristezco de pronto,
y algo que no tengo se va.
He perdido la ruta que me dejó solo
esta noche en que mi alma me llama.
Se han secado mis lágrimas perdidas
cuando puedes colocar el sol en el cielo.

Me he preocupado cuando espero
las plegarias que me permitan avanzar sin lo que tengo.
Ausentes, sigue levitando la palabra absurda
de que pronto nos veremos.

IX

Qué palabra describe
bailar entre estrellas,
acercarse al cielo,
estar en un funeral,
llamar por teléfono,
abrazar el viento,
un despertar tibio,
fingir sonreír,
sentarse en el suelo,
respirar sin ganas,
soñar con todas
y no estar presente.

Para responder
estoy colmado
de lo que carezco.
Pues si existe
esa palabra,
en lengua muerta
se pronunciará.





X

Adagio refinado es tu canto
con mi amuleto encerrado en el pecho,
y relajo el cuerpo rendido
otra ocasión en tus caricias ausentes.
Flor del Himalaya
petrificada en su belleza mortal,
me mata saberte una vez lejana.

He dado a los amores
los pensamientos más tontos.
Mas tú trajiste lo que quiero retener,
pensar, habitar mi alma solitaria.

Un hombre como yo vende lo que no tiene
por tener lo que busca de madrugada;
el instante efímero del mañana.




XI

Tan lejos como tú,
está lo aprendido los años en ciclos
que han espantado el cansancio.
Sabes lo divertido que es morir
cuando las cosas no pueden empeorar.

Tan lejos como tú,
un amigo quiere conversar conmigo,
y yo, no hallo el reflejo en el espejo.

Es fácil mezclarse con lo inútil,
como es sencillo decir que te amo
y amarte con la altura de un árbol
que a sí mismo no puede defenderse.

Pienso en lo que deseo ser y vivir,
porque tan lejos como tú,
la imponente sombra del recuerdo llega.
Mariela blanca, bella y yerma,
cuáles son las intenciones que nos atan.
Ando distante cuánto te necesito
que puedo no pensar que estoy loco.

Luego de los miles de obstáculos literales, los años, las baterías sin carga, el tráfico y las peleas, llegando a la orilla del mar


XII

Semilla del camino germina
al lado del camino;
crece entre amantes aislados
que buscan perpetuar su soledad.
Amante de tu fulgor,
Mariela, debo encender hoy el ahora.
Si amarte fuera morir,
moriría los días de luto sin quejas.
En tu corazón lleno de vida
nacerá de nuevo mi alma
y será suficiente vida para mí.

jueves, 28 de octubre de 2010

HOY...


Hoy no es el día que fue ayer.
Esta tarde nuestros cuerpos, separados
no pudieron sumergirse bajo las olas.
Tu cabello y tu mirada
temblando sobre los muslos.
Mi dolor y mi perdición
entre tus labios y tus manos.
Lo ilegal queda para mañana,
hoy ocúpate de sentir la altura bajo los pies.

Una lancha a la orilla
espera remendar su cuerpo herido,
quiere una vela para la oscuridad en que duerme.
Sé sus sueños, son los míos,
son aquellos muertos con flores,
son los pétalos marchitos.

Pienso que sobre ti he de morir,
he de encontrar el cuerpo perdido.
No hay razón que conozca
porqué dos personas se unen sin conocerse.

Hoy no es ni será ayer.
Se ha ido la noche a sembrar galaxias;
la luna la guía, como lámpara de luciérnagas.
No sé nada, no sé ni el día que es,
sólo pienso que entre árboles,
y cielos sin soles,
desconocidos se abrazan y se pierden.

*****

Alquilé la luna por esta noche;
puedes desperdiciar su brillo sobre el lago.

La niebla en mi camino me impide
ver los límites de tu cuerpo.

Para qué pelear ésta batalla
si hemos perdido la ropa y la memoria.

Éstas estrellas vieron lo prohibido,
no tengas miedo de contarles tus secretos.

Un cielo de noche para nosotros;
nosotros de noche hacemos el cielo.

Me muestras el inicio de la distancia,
mientras aprendo a perder la cabeza.

Dos botones inquietos se tambalean
como campanas de otoño al frío.

Gracias por tus manos y tu boca;
infinitas gracias por lo que hicieron.
35

lunes, 4 de octubre de 2010

Serie UMBRAL, número 32



Por cada gota de alcohol y lluvia
se humedece tu sexo en mi boca.
Hay algo de botella en tu cuerpo,
como todas las nubes tienen tu pelo.
Llovizna por mi piel la pasión vibrante.
Un momento arriba; un instante abajo,
luego descanso al lado del fluido.

Mosaicos por sábanas; silencio de cobijo;
charco por lecho tibio
y el suelo vestido de nosotros.
Ebrio de ti, te has vaciado en mí.

Por cada lengua que pasó tu cuerpo
ahora tengo la boca salada
en la dulce embriaguez de lo hecho.
Quiero elogiarte y es preciso
decir que faltaron palabras.
Acaricio el cáliz de tu vientre
y me gusta que sea limpio, suave
sin vides ni follaje…
(¿Hace falta ser conciso?)

El trueno es de tu boca
y detengo el sonido en mis labios.
Una parte de mí ansía tus relámpagos.
Tienes las noches cerradas en los ojos;
el huracán del golfo llevó tu nombre;
mi mano busca un vaso con agua
porque ahora estoy más seco que antes.

Si has de partir pronto, vete;
déjame los escombros, el día,
que yo me ocupo de enterrarlos.
Vendrá el muelle a esperar por sentarnos,
contar monedas y arrojar niños en el lago.
Pero si te quedas, vierte de tu sexo a la copa,
mira la oscuridad sobre tus uñas blancas
mientras mis dedos sostienen tu cuello fino.

II

Cosechamos torrentes de alcohol la noche anterior.
Aspiro tu sexo con mis labios
en calladas gotas de lluvia por la cabeza,
y siento tu aroma de tierra mojada.
Inclinado en la hora de niebla
no tengo dónde ir pero sé que te vas.
El vestido floreado en un alma sin forma
anuncia mi partida dentro de tu cuerpo.
Habré de beber el instante infinito
a sorbos pequeños como tu lunar del pecho.
Cae el humo que huele a ti de tarde.
Racimos de tinta manchan la memoria,
coloran la terrosa laguna de tu fertilidad.
Sé que debió ser ayer cuando estuvimos
cerca de ser uno de dos.




III

Marioneta repentina con hilos de lluvia
nadie nadó en la arena como tú.
A dónde vas si no hay río
ni ciudad, ni lago de vino.
Sólo el alcohol herido conoce el nombre de tu sabor.

Cualquier nido me sirve de copa,
en ella planto mis pájaros tristes.
La fisura en la orilla tiene tus huellas;
se dirigen al sur en un barco de llanto.
Evasiva me buscas en el cristal
que refleja la vida que llevo.
En tu tobillo de bruma recuerdo
al viscoso día, al delgado murmullo.
Fueron cómplices de tu lejanía,
te vi con ellos reír bebiendo.
Triste; hondo como sueño;
me has dejado tendido al lecho.

IV

Hacer contigo lo que con nadie,
ha sido el tiempo detenido en el aire.
Llevas las estrellas por corona,
y mi corazón evoca constelaciones tristes.
Por cada lágrima quebrada
suelo beber las noches mojadas;
suelo dormir debajo de la lluvia
y suelo construir el mundo para dártelo.

Detén tu furia en la represa
que sabré abrir las compuertas al vacío.
Me acostumbro a la derrotada soledad;
mi amante y compañera,
mi húmeda mensajera.





V

Descorcho mi alma, te doy de beber
angustia y melancólica errante.
Sabes cómo soy, de qué estoy hecho:
Polvo de marfil y humo de alcohol;
cenizas de sueños y estrella apagada.
Soy la resaca en oleajes
y un suspiro detrás de la lengua.
Me verás en un rincón oscuro,
bajo la sombra madre.

martes, 14 de septiembre de 2010

27




El armario sin tus prendas no se viste igual que antaño.
Los grillos me cantan su melodía melancólica.
Ella abunda como carezco de vino.
Y yo contando las horas y los latidos.

Las telarañas extrañan que las quites de mi rostro.
Ustedes, sombras, tejidas en mi alma alcohólica
tienen la responsabilidad que convido.
Y yo, contando las horas y los latidos.

Fue un jueves mojado amaneciendo a sábado
a pedir asilo en luz metafórica.
Flama vuelve, va y vino.
Y yo contando las horas y los latidos.

lunes, 6 de septiembre de 2010

26

Perdida, no deseo perderte,
no quiero mi celda de libertad
o quedarme sin soberanía.
Camino mío, vuelve las flores al camino.
Me han preguntado si estoy mal
triste, acorazado en mi dolor.
Les contesto que escucho mi espíritu.

Te doy mis alas de viento rotas
para que mutiles la lejanía.
Quiero tu afición por ensayar el error,
las mentiras debajo de la almohada,
el fluido de vida en tus entrañas
y la pasión diurna detrás de un camión.
Quiero lo que fue y se fue
con ese amor que siempre ama,
con aquellas palabras que no se dicen.
Quiero que lo quieras,
camino mío entregado al vacío.

25

el cuarto del silencio


Quise abrir el reloj y borronear el silencio.
Luego vi una mujer que me dejó ciego;
mas tu fuerza no pudo levantarme.
Aquí, donde estoy, tú no estás aquí.
Del viento frío me hice triste,
porque hubo formas de entristecer con el viento.
Un murmullo a lo lejos, zumbando, los hombres,
las máquinas rotas, esas secuelas de ayer
venían a contar por piezas al ajedrez partido.
Quise jugar contigo y con el tiempo;
sentí las palabras de su boca
encerrándome débil, torturado
tendido al suelo, deletreando tu nombre.
(Ahora no voy. Me quedo. ¿Vienes ahora?)
Una luna en su equilibrio efímero
toma de la mano a otro, aquel
que tiene en mi jardín pensado morir.

Quise llover, diluvio fui
con un cigarro apagado en mis labios.
Mas dentro el fuego formó un torrente
de gotas, de angustias
de tormentas rotas.
Aquí donde estoy, tú no estás aquí.
Por cada línea blanca en tu vestido se cuenta una
dos, cinco hasta contar gotas.
Me voy, busco, te llevo a donde voy.
Lo soy, tuyo , te lluevo donde soy.

martes, 31 de agosto de 2010

al viento


Anoche soñé que despertaba, y en mi despertar, dormía.
El meditar me hiere en su quietud,
en su eternidad, con el filo de la angustia.

Sentado con tu sombra,
voy construyendo un monumento antiguo
arriba de las ondas sobre el agua,
con esos recuerdos tuyos y míos.
Tiene plumas coloradas, grises,
y mil con mil miedos a soñar.
Vestida de mí, tu sombra conversa con las aves.
Dice que todas las cosas que valen la pena ver
ocurren siempre en la oscuridad.
Rebosa armonía y perfección su voz al hablar,
se puede sentir el rumor de tu tarareo.

Sentado con tu sombra,
he leído en las estrellas diurnas
que mi vida termina en el viaje a tu encuentro.
El tabaco forma un boceto diluido en los ayeres,
mientras una trompeta toca el sauce.

Es el silencio lo que nos duele, cuando a callar nos habla.
Camino mío, cúrame del día que te conocí,
son tus hojas blancas la medicina de mi piel.
Hay tantos cactos malignos sobre el calendario,
que un desierto con dunas color osario,
ofusca la huerta de tu río plateado.

Miel desolada en mi espera
se ha mineralizado el corazón donde vives,
huye a las nieves tibetanas
en busca del susurro perdido con tu nombre.
La línea subterránea del mundo
confiesa una locura gloriosa si te veo.

Sentado con tu sombra
he recorrido el pabellón glacial
donde enfermo de ti; crónico respiro la primera palabra:
Amo ser contigo a la distancia que nos une.

FALTAS



Faltas mañana como ahora
para volar los campos nocturnos de la luna,
calles de piedra con dioses de muerte
rumbo al mar de rosarios vírgenes.
Faltas como las recetas al whisky,
con esa falta de cereales a la ciudad.
Sabes ausentarte de tu sombra
pero no aprendiste a dejar mensaje.
Algo en tus ojos que no están
me dice que me amas y te acostumbras
a faltar cuando necesito romperme.

Vienen lágrimas para lavar tu ropa,
y conforme reniego del día
falta tu oreja de mármol para escucharme.
Estatua de liquen, las enredaderas
te tienen adherida al postigo de mis almas.
Las guitarras rompen sus cuerdas,
el ocaso se esconde tras los montes,
tu abandono me acompaña,
mientras pienso que me faltas.

miércoles, 25 de agosto de 2010

21

Todas las cosas fueron
substancia incolora
un arcabuz de animales gimiendo dormidos,
en las sombras terrestres del mar abierto;
cortado en los sepulcros
sobre las fauces celestes de orión.

Escondido detrás en la censura
la sensualidad tuya vuelve,
como gaviota a tierra, como humo al fuego
hasta el vaho licuado en que duermo.

Hoy vi el lago en que tu fuente,
el agua y las piedras
se unieron a mis sauces de olvido.
Han crecido por milenios
que hasta piensan y trabajan,
duermen y cantan.

Amando en secreto
sin piel de indiferencia
me desnudo ante ti para decir:
Somos de otros y nos unimos con la ausencia.

Estas estrellas caerán a tierra,
las montañas se moverán silentes
mientras ven mi descenso por la escalinata
hundida bajo las olas; los remansos
continuos de mil días sin tu voz en mi espalda.

Aguijón de lejanía,
que hiere, mas no de muerte;
que hunde tu recuerdo,
hasta donde nadie sepa de él.
Que viene y se contonea en su ornamento curvo,
para encontrar la fragilidad de mi tristeza.

Es en esta hora y en la siguiente
cuando doy por terminada la voluntad.
Se ha quebrado mi agonía.

miércoles, 11 de agosto de 2010

20 POEMAS DE ALCOHOL Y UN CIGARRO EN EL CENICERO






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LADRÓN DEL TIEMPO

Descalzo por la casa ando,
tropiezo con la ropa, las maletas y los zapatos.
Somos los únicos muebles que van con tu aroma.
Aún nos quedan las cartas, aún nos quedan los olvidos.
¿Quién robará aún estas horas?
Veo desnuda la planta del pie derecho
sucio del polvo de aquel perfume tuyo.
Es una madrugada, de un mes impar, de un jueves.
¿Quién robara aún estas horas?
Poco falta para ver el amanecer
no con mis ojos, sino con los de otros.
Ellos verán el camino en tu partir
y antes que llegues, sabré que no vienes.
¿Quién robará aún estas horas?
Es hora de dormir cuando el sol bosteza su luz;
ir al suelo que tengo por cama
cobijado por el frío y la lluvia
en mi cuerpo de ladrón del tiempo.




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¿QUÉ FALTA?

Qué falta en el cuadro,
                                  sino el color de tu andar.
Qué hace juego con la vajilla,
                                sino tus manos para sentirla.
Qué horario no marca mañana el reloj,
                                  sino tu palpitar lento al partir.
Qué tapiz cubrirá los sillones,
                                      sino tu piel y la mía, tendidas ahí.
Qué sonidos encierra el estéreo y las bocinas,
                                       sino tu voz a lo lejos cuando se va.
Qué imagen tendrá el televisor,
                                     sino cada cabello, cada célula de ti.
Qué libros leerán las visitas,
                                      sino tu colección de historietas.
Que luz alumbrará por la noche la alcoba,
                           sino el brillo de tu sonrisa encerrada en los labios.
Qué besos tendrá tu boca,
                             sino los tuyos que regalas; no serán míos.
Qué lugar tendrá un rincón para mí,
                     sino el mismo en lo solo, lo solitario del encierro.




LÁMPARA

Llevo mi lámpara de luciérnagas.
Titilan como estrellas.
Y así, en su artificio, puedo verte en mi recuerdo.
Fue en una mañana, hace más que mucho tiempo.
Te vi de donde no me mirabas,
y cerré los ojos para ver más claro.
Pude robar tu imagen y guardarla en el bolsillo,
junto a una moneda sin rostro, junto a una pluma sin tinta.
Asombrado en tu sorpresa, la vista no falló en encontrarte.
Eras tú y eras ella, esa que busco ahora de noche.
Aquella que viene y va, entra en el sueño, sin saber que es el mío.
Eras tú, no era fantasía, ahí te vi de costado.
Una mañana, como una tarde sin fondo, te vi,
toqué tu imagen, aspiré el perfume de tus colores,
sentí el brillo de los profundos ojos que no me vieron.
Mi vista buscó la tuya, y tu mirar huyó en un vuelo.
Con un arco seguí tu huella, encontrando un muro de silencio.
Creció la distancia, la medida, el grosor del vacío,
y ese mirar se perdió, se fue con el mañana.
Hace falta cortar el tiempo a pedazos grandes
para saber que te vi hace más que mucho tiempo.
Las luces no brillan más, y agito mi lámpara violento
sólo para ver, que estoy solo,
solo y sólo con mil insectos muertos.




SERLO

También he querido ver lo que ves
y ser, tal vez, eso que quieres.
A veces trato de encontrar lo que buscas,
ponérmelo y verte, citarnos en un parque.
Eso no llega ni viene mañana
porque se fue ayer.
Muy corto me ha quedado tu silencio
y no escucho lo largo que grito.
Puedo ser aquel que te besa
el que te engaña, el que visita tu casa.
Puedo ser el que va a tu trabajo
que lleve flores violetas al cine
y aguarda que entres en casa a dormir.
Puedo serlo y quiero serlo,
y estoy en busca,
porque aguardándote voy, infinito
detrás de la mujer que abrazo, que beso
que engaño, que dejo en su casa
para que se vaya a dormir.

QUIERO DECIRTE

Quiero decirte que:
Un mendigo me dio un cheque en blanco del banco Alegría.
Venden whisky bajo receta.
El hotel con baños públicos está en un fraccionamiento privado.
La anciana corre a cada parquímetro, mete monedas de plata
y espera en un jardín a que la muerte no la multe.

He querido decirte también:
Hay cosas que dejaste al destino y se las robó el tiempo.
Tuvo cinco gatos un perro.
Y el mulato ciego me confió que era un arcoíris en el cielo
lo que provocaba calor durante la noche.

Hay tanto por decir,
que la calavera del silencio muestra señales de vida.
Te lo regreso en su nacer,
para que me contestes la pregunta que no te hice.

Hay veces que la razón no alcanza la oportunidad
y muere en el camino en que la voluntad lo dejó,
trabajando después en Locura,
maquinando una producción infinita en las mentes,
en los recuerdos, con las fotografías como aditivo.

Me han dicho que te vieron subir en un avión.
Según mi fuente portabas salvavidas,
una brújula, zapatos deportivos,
y un boleto de autobús.
Hay que pertenecer a cierta raza para comprender
que todos somos iguales.

(Por qué te fuiste si nunca estuviste conmigo.)

Mira que Will jugaba con la voluntad
como yo hago al llorar a carcajadas.
Aprendí de ti que el tiempo es la invención graciosa del hombre,
y que las mujeres lo usan para maquillarse.

Me preguntan por qué estoy soltero.
Suelo contestarles con la verdad,
que me he comprometido con Soledad y su boca pequeña.
Hay días que las palabras no quieren salir,
casi siempre es porque no llueve.

Hay un año bisiesto, tres horas, dos meses y cinco llamadas perdidas
entre tu voz y la última vez que te vi.
Son suficientes para saber que vendrás pronto
así podré decirte todo esto y lo que me preguntes.

II

A las puertas de lo imposible pellizco el misterio.
Estuve a punto de subirme en el tonel,
cuando la voz estremeció el viento;
el chofer me pidió la tarifa:
dos monedas en cada ojo.
Tu mano agitó mi corazón, pero la vida dijo adiós a mi cuerpo.


PALABRAS

Hay palabras que dicen expresar sensaciones.
Hablan mis emociones. No entiendo el significado.
Ayer dijiste gracias por las cartas.
Fueron palabras, palabras, palabras.
Eran letras incomprensibles en lengua muerta.
¿Qué es una carta escrita en la soledad de la noche?
¿Será verdad lo que te dije y no recuerdo?
Dame gracias por no haber sucumbido,
luego dime que sí, que han llegado a ti.
Pero en el fondo, quiero ver tu cara en mi buzón.
No quiero palabras, palabras, palabras.
Letras más letras menos, una lágrima contiene la vida
como un beso contiene el universo.
Agradeciste los detalles que tuve contigo.
¿Cuáles, las llamadas, las pinturas, las películas y conciertos?
¿Serán las infinitas horas que angustia y dolor van en mi pecho?
Aprecias que te dedique tiempo en escribirte esto o aquello.
Son palabras, palabras, palabras.
Seamos sinceros, muero por dentro mientras tú lees esto.






NO SE CULPE AL ALCOHOL


Quiero desbaratarte como un juguete.
Jugar a ser tu dueño.
Como un niño mirando por la ventana,
en la tristeza que me acompaña,
llueve por fuera de casa
y salgo a brincar en los charcos.

El barco de papel nos espera.
Más que a ti a mí en la soledad,
para partir en un viaje, caer en los remolinos
y evadir las alcantarillas.
Más que a ellas, es a ti a quien evado.

Porque hubo un tiempo en que te tuve
tranquila como un sueño,
tendida sobre el pasto cerca de mis brazos.
Pero no te abracé, y desde entonces me escondo.


Infinitas y taciturnas se ven las gotas frente a mis ojos.
No es la lluvia, sino aquello que no digo.

El niño de la ventana me ve del otro lado del tiempo.
Es hora de partir, subir al barco y huir de ti.

Jugar contigo a desbaratarte, sería dispersar las piezas,
hundirlas en naufragio.
No quiero interrumpir lo que hablas, ni tampoco destruirte.
No quiero ser jugador y juguete.
No quiero; eso es todo.

Parto esta noche del puerto Sauvignon,
he borrado el destino de la bitácora.
Cuando me encuentren ahogado me gustaría decirles:
No se culpe al alcohol, él no tuvo la culpa.


TRES SILENCIOS

Son tres silencios. Silencios.
Persevero en nutrirme de ellos.
Beber de ellos, de su tempestad.

Mi voz acarició el paisaje,
y dije que en ese día no te vería,
ni llamaría por teléfono.

Pasaron dos, tres, cinco horas.
Las horas fueron segundos,
y el índice marcó tu número.

Son tres silencios. Silencios.
Persevero en nutrirme de ellos.
Beber de ellos, de su tempestad.

No contestaste. Teléfono.
Más que acercarte te aleja,
con ese sentimiento que parece propio.

Conforme la botella de olvido
descorcho y sirvo en mi copa,
tu nombre recorre la habitación.

Espero el término de la canción.
No tarareos ni melodías.
No más pronunciar tu nombre.

Violento repique. Silencio.
Teléfono. Silencio.
Olvido líquido dentro de mi copa.
 


ERA

Era la noche, de un día, que pudo haber sido hoy.
Fue un instante en que corté las mangas,
el cuello, y los botones de mi camisa.

Era la mujer, de un hombre, que pudo haber sido yo.
Quise que fuera mía en la habitación,
en la cocina, y en la sala de mi casa.

Era la radio, de un hogar, que pudo haber sido de ella.
La casa roja en que duermo oigo locutores,
canciones, y las dedicatorias de adolecentes.

Era un joven, muy sano, que pudo haber enfermado.
El enfermo en delirio sintió el llamado,
el vacío, y la hora de morir de angustia.




II

Pliego mis alas para entrar en el hueco que dejas.
Pudiste ser una planta que daba canciones,
un estéreo que manaba vino
o una botella en la noche.
No lo eras.
Para mí lo fuiste.


  
POEMA

Qué singular vestías tu chamarra
tejida con líneas de seamos amigos.
Prefiero mi armadura anti famas,
para ver cómo reaccionas ante mi nombre.

Invité al mayor de los Torres y a Jack a mi fiesta,
en la alcoba cincuenta, de un edificio conocido.
Estoy lleno de combustible, dije a uno de los tres.
Más tarde llegó tu recuerdo, y entonces reímos los tres.

Qué particular forma de hablar
las palabras sonadas sin significado.
Acostumbrado al dolor y la soledad
los tres fuimos por más y más.

¿De qué sirve morir, sino para unir lo disperso?
Abuela duerme eterna, y abuelo está en cenizas.
Separados por cien kilómetros
no se preocupan por calles o ciudades.

Será en la muerte que nos unamos,
donde no habrá preocupaciones del futuro.
Ya no más palabrería ni ver amaneceres.
Vivir la muerte juntos, separados como este instante
en que tus palabras suenan vivas.




POEMA


Cato esta mañana
el dolor de la resaca.

No a las pastillas.
No a los remedios caseros.
No a decir nunca más.
No soy de los que van en busca de papi,
o en busca de un amigo,
¡Alguien que ayude
en lo que pueda!

Cato con gusto
la resaca que busco,
día a día y en las noches
vagando por los bares y calles.



POEMA 12


Después de la borrachera, entierra la botella.
Eso me dijo un santo, el patrono del vino.
Un día lo conocí en el burdel Dolores,
vestía como una mujer de noche,
pero de día era gerente.

Fue divertido acariciar la tierra
hurgando en lo desconocido.
En ese hueco pequeño metí mi botella,
cubriéndola después con pasto.

Encendí incienso en la alcoba por la mañana,
y puse un altar al fallecido,
desenterrándolo de su muerte,
para saber que era de Burdeos.




MUJER PERFECTA


La quiero bella y esbelta.
Cuello y ademanes finos.
¡Que vaya a misa y crea en Dios es lo mejor!

La quiero dulce y reservada.
Vestir elegante como lo grande.
¡Que vaya a misa y crea en Dios es lo mejor!

Importa poco lo que diga su madre y su padre.
Lo que confiese al cura será lo mejor.

La quiero entera y cortés.
Con inteligencia y educación.
¡Que vaya a misa y crea en Dios es lo mejor!

Importa poco lo que le digan sus amigas y novio.
Corromperla será lo mejor.

POEMA 14

Siento que estas palabras no son mías.
Sé el significado.
Desconozco lo que dicen.
Debería registrar una palabra.
Inventarla sería lo primero,
para con ella, ganar una fortuna.

Siento que hablo lo que dijo otro,
en este idioma,
en otro tiempo.

Con un código nuevo, indescifrable,
voy a decirte lo que hice.

¿Entendiste?




UN DÍA MUY ESPECIAL

Se habían citado en una calle;
más preciso en una esquina.
Enfrente había un hotel.
Detrás había un teatro.
Era un día muy especial.

Les gustaba ir caminando;
más que por las avenidas,
por las calles de sus vidas.
Vieron fotos, familiares
y uno que otro amigo.

A ratos de la mano,
otros tiempos dormían juntos.
Despertando unidos en un abrazo;
eran el reflejo de sí mismos
viéndose en lo ajeno.


Sin palabras por decir
se prometieron la eternidad.
Reían cada cual, felices ante la adversidad.
Era un día muy especial.

Sin hablar, en silencio,
él llegó a casa en una noche.
Quería verla, quería sentirla
quería que el otro no estuviera en su cama.

(La vio, tendida como un susurro.
Suave y ávida, unida a su rival.
Era un día muy especial.)



CUENTAGOTAS 

Las gotas hablan.
Usan la voz de niños jugando
debajo de la tormenta.
Usan el sonido de una radio
encendida en la casa de enfrente.
Usan el rumor de las calles,
lo hacen propio como un latir.
Las gotas hablan, innumerables
esta hora nocturna sobre mi cama.
Conversan entre ellas.
También cantan.
Se oye su himno,
que es el himno nacional.
Usan la voz de un anciano enfermo
en el hospital de atrás.
Usan una voz balbuceante
de quien flotó nueve meses.
Usan a veces el silencio
y con esa voz hablan.
Hablan al mundo,
pero sólo yo puedo oírlas.
  

POEMA 17

No más tener que decirle a un amigo:
tu novia es la novia del pueblo,
el pueblo ha visto
el pubis de su pubis,
las axilas de su boca.

Ir donde los escorpiones
se entierran sus aguijones,
para oír murmullos de la noche.

Los saltamontes arquean sus patas,
pliegan sus alas,
pero no levantan vuelo.

Cerrar los ojos.
No volver a ver.

No más inflar globos a la inversa.
No más…
                        Ya nunca más.


POEMA 18


Cerco el camino en rizo por donde huyes.
Fuentes envenenadas aguardan las bestias de tu carruaje.
Basta sentir y temer,
basta tener que saber que partes para conocerte a fondo.

Voy contigo a cada paso,
pues siempre estás en mi mente.

Se diluye en niebla la duda,
decides aparecer a la distancia dentro del pensamiento.
¿Cómo saber que eres tú,
soplando vida sobre la tumba en que me tienes?

Negro fuego, redes cortas, animales ocultos,
todo sale de tu boca para quitarme lo que me diste.

Saluda a Baco cuando te ame en mi lugar,
dile que aún llevo la risa de papel,
su máscara de ira,
en este día que te veo morir en mi futuro.


ES TIEMPO DE...

Coagulando el tiempo en la herida de su nombre,
este hombre pide salsa y limón para sus tripas,
pide que llueva licor de las copas de los árboles
y que el viento azul fluya en las venas petrificadas de su ser.

Es tiempo que las golondrinas resuciten el quinto día,
para avisar que el invierno se ha quedado cuatro estaciones.

Confundir y enloquecer son sinónimos
como hubo un sinónimo para tu nombre.
Ya no diré aquellas palabras,
tampoco el aroma nocturno de tu cuerpo me envolverá.
Han pasado tantos siglos, que ya debe ser viernes.

Es tiempo de amanecer al ataúd que durmió de día,
para darle a saborear el cupón de llanto.
.
He visto perdida, aniquilada, y tendida bajo el liquen su figura.
La he visto y sé que es ella,
tiene entre brazos su promesa incluyendo el: siempre.



20

Conocerte es dar mi cofre con llave
para que quites los candados
y amarres mi último pestañeo,
antes que el largo latir llegue a mí.

Podrías rellenar las dudas con fantasía.
Te recomiendo empezar por los defectos,
esos que cubren la superficie del mundo.
Hoy vi estrellas nadar sobre un lago
y un dragón despertó entre sus patas.

Conóceme, mujer luna, mujer cielo;
aprende del náufrago del silencio.

Cada día lo inicio con un bostezo a la luz
mientras el alba pestañea en las ruinas del sueño.
Dejo algunas huellas también para que leas,
ellas te dirán por dónde anduve
en qué rincón se parió un sepulcro,
antes que el cirio iluminara la noche.

Recuerda que a los esqueletos les crecen recuerdos como uñas,
fíjate que sus venas nutren las tristezas.

Hoy espero que al olmo le salgan escaleras,
aguardo a los líquenes fraccionados en sus ramas.
Ve a mi pasado con este pensamiento:
Vivo la vida arrullando la muerte.

II

Una carta o tu silencio.
Una carta o tu silencio,
lo segundo más que lo otro
en un año entero.




  
EL CIGARRO EN EL CENICERO


Eres como el agua quieta; así de peligrosa.
Incluso el cielo teme de ti, pues al verte sonríe.

Miro las fotos de deseos marchitos, viejo jardín
en que sembraste tu nombre regado entre promesas.

Eres capaz de temblar en calma; casi como hoja.
Sueles ser honesta, qué mentira cabe en eso.

Compongo mi dolor desde tu carta, la que no llega.
Despídeme de los cielos nublados, diles que voy al día.

Eres como el agua mansa; así de callada.
Dentro del espacio cruza un rayo, brilla por tu ausencia.

A mis pies mojados ha vuelto tu abandono,
quiere calentarse, tiembla como un sismo.

Eres capaz de detener la locomotora del tiempo,
con esos ojos, con esa voz delgada y tierna.

Veo a lo lejos el ayer que se va a tu lado.
Te agarra de la mano para no perderse.

Eres como el agua inmóvil; así de transparente.
Al fondo se ve que eres diferente a lo que pensé.

Hace metros que la distancia dejó de contarse a sí misma.
Estaba cansada de alargarse por siempre.

Fuiste y eres cada memoria en decadencia;
cayendo lento, cae para levantarse sin pies.

Mi corazón cabalga las azoteas nocturnas;
palpitan sus cascos en busca de la brida.

El humo de incienso y tabaco y cartas
sube sin imaginar, que antes fueron retratos nuestros.

El viento se acuerda de los parques, de las calles.
Suele contarme que hubo tiempos acompañados.

Es fácil ahogarse en llanto, claro y simple
cuando las lágrimas se resisten detrás de los ojos.

Eres como el agua quieta; así de peligrosa.
Incluso el futuro teme de ti, pues al verte, ya no sonríe.

Extracto Mar y Niebla

  Por entre las nubes vaga un beso de tu boca dulce y enamorada. Mi lengua pide un poco de rocío, de lluvia; pide toda la miel desde t...