sábado, 15 de abril de 2017

P.E.D.O.

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Haciendo inventario, reconocimiento, limpia de archivos, recuerdo un punto sostenido desde la adolescencia en el que resumí:
P.- Prepárate.
E.- Estudia.
D.- Defiéndete a ti mismo.
O.- Ordena tu mente y tu vida.

¿Cómo llegué a esas líneas? La respuesta, ahora, es vaga. Fue tras una serie de percances bajo los cuales determiné que, a futuro, debía tener una disciplina que sintetizara para mí los pasos a dar, así mismo cómo hacerlo. Se ve que hice hincapié en temer los peores escenarios, para así, con la mente clara, ir resolviendo a tientas lo que podría llegar a presentarse. 
Estos cuatro puntos fueron los cimientos que entrenaron mi persona. Estudia, no se refiere a escuelas, sino a recabar información oportuna, de donde fuera, y repasarla, entenderla, hasta que fuera asimilada. 
Más delante expondré más a detalle estos puntos y la historia detrás, ya que ahora sólo me resuena una y otra vez, y por lo cual quise escribir de esto, que cada ocasión que requiero pensar, retraerse a elegir una senda, me pongo a limpiar y ordenar, desde el apartamento, mochila de viaje, zapatos y opa, hasta música o lo que halle a mano, aún sin ser de mi propiedad.

jueves, 13 de abril de 2017

Aldilá (B-sides)



SONATA DE ISBELIA


(FRAGMENTO)


“Su risa grácil; esa armoniosa melodía de suaves tonos diluyéndose en el viento; sus labios carmesí en semilunio, hermosa imagen que mi memoria grabó para la posteridad. El aire cordial de la mirada que me regalaba, la resistencia que encontraba la luminosidad del sol sobre sus mejillas blancas, y el brillo reflejándose en su ondulado cabello suelto. Cada unidad que conformó el instante preciso que observé con claridad y detalle, las facciones transparentes de su juventud. Cualquier intento por retener o extender el fugaz suspiro hubiera sido en vano. La banalidad del momento me hizo gozarlo aun más. No podría explicarle la sensación que invadía intransigentemente mi ser, adentrándose rápido, controlando la importancia que le ponderaba al momento, y a la chica. De suerte no entrecerré innecesariamente mis ojos, por varios minutos me quedé sin pestañear. La serenidad y la quietud me abrazaron fuertemente; el matiz que mis sentidos estaban entonando me hizo volver a la realidad. Era una desconocida de vestido azul, tan preciso era el doblez que se formaba en su rodilla, como el alineamiento de sus dientes. Debía saber su nombre, saber el titular de tal obra era imperativo, o moriría preguntándome, ¿cuál hubiera sido la configuración de caracteres latinos que se referirían a ella, evocándola y conjurándole, que al pronunciarlos en lugar remoto, le hiciera aparecer?, ‘Disculpe señorita, ¿cuál es el nombre de la pastorela que se presenta?’; como no tenía más interés que el de saber el nombre de la chica, no atendí a su respuesta. ‘¡Isbelia, te vemos en la casa!’. Bendita la tierra en que se construyó la escuela, de donde se graduó la madre que le dio vida y enseñó a hablar a ese joven, el mismo que me facilitó conocer el nombre de la perfecta obra que se ceñía ante mí. Seguramente un compañero de escuela, o algún pariente. Aún ahora lo desconozco”.  

Vestigia Dominari

 Bienvenida sea la primavera! Se acerca un eclipse y la parsimonia en los eventos se ve en armonía. Hace 20 años (el tiempo nos ha invadido ...