miércoles, 14 de diciembre de 2011

El ocaso del suspiro



En las vetas de la tierra se fundó su destino.
Antes de alba desperté con la intensión de hallar tu camino.
Yo era un ritmo sin cuerda,
eco perdido en la innumerable marea del tiempo.
Partí, colocando un Mala en mi muñeca de vidrio
mientras la noche se descorría para volver a soñar.

Pasaron sinfonías durante el asfalto
hasta que en una meseta ascendí a las nubes.
Dentro de la niebla me rodearon las angustias,
y cada sentir era extranjero como yo en el sitio.
Jamás estuve tan cerca de la lejanía.

A mi derecha se alzaba la estrella para contemplarme,
y cerca del corazón sostenía las tinieblas
hasta el momento de volver al nido.

Sin conocer el camino transité hacia donde
tu sueño despierto habitaba el oro y el cobre,
las grutas en el suelo extinto, las minas de estrellas
en cavernas de agua con estatuto abandonado.

La carretera solitaria, vida de incontables muertes,
es hálito que amaina cuando se descorre bajo los pies.

De guía mi instinto, de mapa el sentir.
Sólo me escoltaron las latitudes de mis ancestros,
numerando la distancia entre un vacío y la esperanza.

El sol ascendía a su campo de juego
y yo entraba, lento, en la montaña solemne.
Era ahí donde centinelas me vieron abrir mi cuestión:
¿Qué color tiene la casa del fuego?
La respuesta del monte fue que los galardones cernían
alrededor del cofre en que la chispa amanece.

Vestigia Dominari

 Bienvenida sea la primavera! Se acerca un eclipse y la parsimonia en los eventos se ve en armonía. Hace 20 años (el tiempo nos ha invadido ...