Dos Cántaros
Sobre el campo recién sesgado,
reposaban dos cántaros. Eran similares, fueron creados por el mismo alfarero,
el barro que los había formado venía del mismo lecho y las llamas del horno las
terminaron el mismo día. Hablaban entre ellas:
-Estaré a lado del camino
-Yo también, un rato solamente.
Solo un rato.
- ¿Sólo un rato?
-Iré a la sombra del álamo, a la
sombra del álamo iré.
- ¿Qué harás a la sombra del árbol
álamo?
-Descansar, naturalmente,
naturalmente a descansar.
- ¿Descansar de qué trabajo?
- De estar aquí, a lado del
camino, naturalmente.
-Vaya. No sabía que estar a lado
del camino fuera tan cansado.
-Es fácil para ti decirlo,
naturalmente.
- ¿Por qué?
-Pues siempre estás ahí, tan
presumido, tan limpio.
- ¿Por qué tan presumido?
-Sí, así, de estar casi brillante,
bien recto en tu postura, al lado del camino, sin marcas del polvo.
-Vaya, hemos estado al lado del
camino desde la luna llena.
-Así es, naturalmente, desde la
luna llena hemos estado aquí. ¿No te cansas de estar tan limpio y aquí?
-Me preparo para ser útil. Cuido
no agrietarme, y si alguna grieta aparece, no la dejo crecer y la resano.
-Qué cansado tener que estar aquí,
a lado del camino, y además resanarse.
-Me preparo. Si el viento trae
polvo, procuro alejarlo, por si me llenan con agua o trigo o leche, esté fresco
y listo para alimentar.
-Que tonto debe ser luchar contra
lo que no tiene remedio.
- ¿No quieres ser usado acaso tú
también? - preguntó sin molestia el cántaro azul.
-Claro que sí.
- ¿Y cómo esperas ser elegido para
ello?
-Cuando vea que me escogen,
entonces cuidaré que mis grietas no se alarguen y limpiaré el polvo de mí.
Estaba por atardecer, y el cántaro
azul pensaba: "Vaya, que tarea será la suya si veinte lunas llenas ha
dicho lo mismo desde debajo del álamo"; mientras era llevado a la carreta
ya lleno de agua.