PADRE
Ha terminado la
lluvia
El cielo aclara, las luces se
encienden:
¿Ha terminado
el día?
Recuerdas el pan, la ducha
ese cobertor junto
a la almohada,
las gelatinas,
dulces, lágrimas de fantasía,
promesas rotas
piropos a la cajera
refrescos y
sandías
juguetes
tortillas:
Nunca faltaron
y aún permanecen:
¿Ha terminado
el día?
Los primeros
vocablos
vinieron
con la primer reprimenda.
Halagos,
desorden, disciplina,
quebrantos, pesadillas, ausencias,
la espera al teléfono y tras
la puerta
al siguiente
día
mi adolescencia:
Aún no termina el día.
Pusimos velas a
Mayo
y la radio
con Yellow
Submarine
aquellos
sábados de labores
junto a tres
horas de trabajo:
Aún no termina
el día.
Desde abajo te miraba
al otro lado del crepúsculo,
nombrando
calles, rostros, ciudades
noticias viejas y estadísticas,
calculando propinas
la medida exacta de profundidad
el peso de
atmósferas con piedras negras,
maniobrando mis heridas y celos
consintiendo el paladar:
¿Ha terminado el día?
Naciste junto a
los muertos
Incitando
bromas entre floristas.
Eras preciso en
los presentes
como informado
en Historia:
Sofía te quiso
para maestro,
dar lecciones ayer
al futuro prodigio.
Agradezco al
día no haber terminado
para traspasar la distancia
reunirte
oír la voz cascada
decirme:
Hijo.
MADRE
Dedicación
monástica
por hábito
predicciones
equívocas
de
manto.
Elegiste la
senda del sacrificio
otorgando en
altares las energías.
Sombras y
soledades te poblaron
mas ninguna
logró conquistarte.
Es preciso
nombrarla, Madre,
pues todo inicio se fundó en tus
manos:
Música en las
mañanas y noches,
bálsamo a heridas y tormentos;
lecturas
vespertinas junto al fuego
bebidas tibias color café;
pinturas
acuarela sin agua
momentos bajo lluvia y fuego.
De mis temores,
Madre
eres el
mayor:
Cada que te ibas
perdía la voz hasta no verte.