domingo, 1 de diciembre de 2013

Colibrí Marino



Trato de evadir tu imagen de noche/
mientras en sueños la busco/
levanto sombras en la cocina/
te percibo caminar por el patio/
y vuelvo a perderte el rastro en la calle.


Trato de evaporar los dolores/
que se apoderan de nuestro reino/
dejar a un costado del plato/
los grillos que te arrullan al oscurecer:
De agua y pimienta te formo/
cuando sanas las heridas solitarias.

Trato de evidenciar cómo eres/
abrir los cofres del ático/
ser candado y alfabeto/
del intrincado recuerdo de tus despertares.

Tendí, cual pestañeo nocturno/
el lecho de tu descanso sobre la playa/
ayudaste en los mástiles/
como también en los cimientos:
Tardé en reconocerme en tus ojos/
pues mi máscara caía en tus alientos/
y una mirada naufragaba en la otra/
sin que ninguna voz pidiera auxilio.

He colgado el tiempo entre nosotros/
para que se pierda el horizonte en sus horas:
De hoy hasta verte no existe mañana.



viernes, 29 de noviembre de 2013

El ateo errante

     Siendo los tres últimos minutos de el 29 de Noviembre 2013, oígo, escucho, transito en los movimientos finales en la Segunda de Mahler, Resurrección, Su arrojo, heroísmo, violencia, solemnidad, armonizan a la noche que recordaré estando despidiéndome de mi ciudad, un hasta pronto, Nos vemos, como lo hice con un amigo a medio día que va de Alaska a Argentina en su moto. Hablamos de varias cosas, y me dijo que vivo mi libro favorito, iré con rebeldes, a luchar a su lado, como en Por quién doblan las campanas. Las cinco iglesias visibles desde este punto irán en mi memoria, la mejor fotografía que la falta de cámara me permite. Me doy cuenta que sembré varias semillas que germinan, crecen, se yerguen. Bien, muy bien, tengo trabajo por delante. Sin duda hoy, al abrir los ojos durante el quinto movimiento en esa sinfonía, vi moverse mi estrella, la vi, y como lo dije desde mi adolescencia: Cuando haga algo grande mi estrella cambiará de sitio. 
Olvido, renuncia, cambio, vocablos unidos a mi nombre, mis distintas personalidades, y los rostros que poseo.

Piki piki, volveré e iremos a ver los pecesitos a mi casa como pediste, y te llevaré a acampar donde gustes. Podrás decirme Pinchi cholo sin que te regañen, y seguiré dándote clases de idiomas. Algún día leerás esto y sabrás que te conté, y fue duro, y recalqué que volvería contigo, mi niña. Comeremos a escondidas de Bruno papitas, te compraré lo que quieras de la tienda, te haré Caída de la muerte y Lavadora, y dispararemos al cielo de nuestras pistolas.
Padre, papá, a ti mis respetos y lo sabes. Somos amigos, te lo dije, y cada vez que pueda escribiré carta a Sanganacio. Sé que mi ausencia es un vacío que no llena nada en ti, por eso no creas que esto es fácil pero que debo hacerlo. Y prometo que serás el primero en visitar al volver, siempre, con cada pensar de viaje, es lo que me acompaña. Contarte sobre lo que hice. 
Cobras, amigos, amigas, conocieron al Karlo y saben que esto es inesperado como todo en mi vida. Tampoco pensé realizarlo pero va conmigo, hacer lo que me plazca. Les diré que no esperen a que las cosas sucedan, sino HAGAN que suceda. Que les valga el dinero o las distancias o el trabajo, el karma bueno acompaña las almas. 
En una mochila cabe lo necesario, pero lo importante yace en los recuerdos. "Un libro cómpralo para una mujer, pero róbalo para ti". Se puede buscar una casa, pero jamás encontrar el hogar. No olviden ver hacia el cielo, de día o noche, es de lo más divino que la vida nos da. Recuerden que las mejores imágenes no se proyectan en salas de cine, están ahí afuera, en cada edificio, calle, parque, carretera, así que vayan. 
Alonso, gracias por todo, por dejarme solo y eso, como dijimos, de aquí hasta el Real (del mezquital). El fuego y los atunes serán vitales. La carretera nos espera para tirarle cervezas vacías.
Pablo, a ti te debo mucho, eres mi hermano y lo sabes. Tu amistad es una gran joya en mi vida y no te olvido (bueno, a veces, pero tú me recuerdas lo qué sucedió). Cuida mis cosas porque volveré, y ya sabes cómo soy, que me enojo si algo no anda bien.
Arath... tantas cosas compartimos y sé que te hago falta, pero no me perderé y tomaremos más vino en el cuartel, y cuidaré de ti como lo hiciste en mi vida.
Robert, uste ya anda en su rollo, como le dije, luego a su niña le enseño mermas. Y ya me dirá el día que su esposa le dijo que si iba con ese borracho otra vez.
Ribers, sin palabras. GRACIAS. Seguimos en contacto, en pie de guerra donde ande, y ya sabe que estoy en gran deuda. 
Famili, no se asusten ni piensen que ando mal, todo es decisión propia, todo. Un artista no es una persona normal en ningún sentido. La tarea del artista es transitar por recovecos ocultos para desahogar las inquietudes de los espíritus de la humanidad, y una muestra está en la Resurrección, de Mahler. O en la novena de Beethoven. 
Jefa, tranki, ya sabe que soy indestructible, hecho de Lonsdaleita. Que se cuiden de mí. 
¿Alguno de ustedes sabía hace dos meses que lo que ahora viven les pasaría? piensen en eso...
Ingrid, alguna vez te dije que lo que se escribe se vuelve realidad. Algo de eso hay en esto.
Me gusta cómo vivo, lo que hago, lo que sucede. A fin de cuentas, ¿De qué otra forma se podría decir que una persona vive sino arrojándose? ¿Acaso prefieren conmoverse por ver las cosas en las películas pero no en la vida real? Nadie sabe cuánto vivirá...
El cuartel, para quien no sabe, estaba escrito que viviría ahí con años de anterioridad. 
Recuerda, estás escribiendo tu propia novela cada día, así que por lo que más quieras, hazla memorable.
De nuevo, gracias mi Pablo, sin ese favor esto no sería posible, te digo, atrévete, aprovecha. Que nada te detenga y también sé cabeza fría. Hasta que veas que eso vale la pena. Viste cómo cambié, y mira a dónde me llevó.
Una cosa les digo. No hagan caso a eso de: "si tienes ganas de llorar llora", es como un bebé que no se controla y contiene al querer ir al baño. Háganlo, pero a solas. Conténganse. Así es como crecerán, controlando las emociones. 
Y, por lo que más quieran, dense el tiempo de oír la Novena de Beethoven, lo recomiendo a solas, una hora para ustedes, o la Resurreccion de Mahler, y verán que eso que sienten ha estado en la humanidad por siglos. Hay que aprender a estar solos. Es la eterna compañía, la verdadera respuesta.
Los hombres, la humanidad, debe salir de moldes, no reprimirse. Crean, tengan fé en las personas porque todos queremos lo mismo, estar bien, en paz. Cuando oigan de guerras, no teman, ayuden, prepárense. Hoy soy yo, ayer Robert o Claudia o James o Carlos; de Uruapan; pero en el futuro pueden ser ustedes quien se hallen en una situación de peso. 
Piensen que incluso el emperador de china, hace siglos, tenía menos que ustedes. No tenía refrigerador o coche a motor de combustión interna. 
Tía Irma, Gracias por todo, vaya a las pirámides, no es caro si sabe buscar. Como le dije, su rincón musical me inspiró. Atrévase, vida solo una. Esos alcoholes ayudaron mucho.
Tío Pepe y Martha, gracias por estar ahí al pendiente. 
No podría hablar de famili porque todos aportaron a través de la vida algo. Y, como dije en el post de mi Mamá Quina, mi tarea es llevar sus palabras a todo el mundo. Les mostré que incluso cuando el carro se descompone, se pude mirar el cielo y hallar cosas nuevas. Llenar el estómago no es tan importante como satisfacer las necesidades del alma.
Daniel, primo, cuídese donde ande, no crea que me olvido de usted. Le agradezco lo que hablamos en mi casa esa noche hasta muy tarde.
Karel, ¿Qué puedo decir? me cubrió la espalda en mis loqueras.
Luis, gracias por librarme de cárcel ante esos polis. Así soy, de irreverente. Pero vio que cuando es necesario estar sobrio, lo estoy. Tomando leche. Preocupándome si estaba peleándose.
Escribo como va saliendo así que no esperen algo profundo. Eso lo dejo para las novelas. Tió Freddy, cuidese y le agradezco que me ayudara con el refri. Tío Raúl, le recomiendo mejor andar en bicla, es la onda, neta que no se la roban. Yo ando de ciudad en ciudad y la gente es buena. Aún sin saber sus nombres, ayudan. Me sirve más una conversación profunda que una pantalla plasma. Comprendo que quieran quedarse en Dgo. Toda personaje que conozco quiere, en futuro, volver a su hogar, su pueblo. 
Raza, los años no hacen al hombre sino las experiencias, por eso me considero veterano. Por ahora no guerra ni legión. No sé luego. 
Neta, miren el cielo en lugar de la televisión. Mi casa está fabricada en poliuretano, con cierres, pero el hogar lo llevo en el alma. 

Miguel Ángel Ortiz, mi compa, estamos en pie de guerra, dándole a la vida tan duro como a las palabras. cuando viaje lo acompaño si gusta. Ésa libreta que me dio es única, donde escribo en Dátil. Para la historia.
Muchas personas faltarán, pero todas van en la memoria y en mis pasos. 

A los inquilinos de El Dátil, todos han estado ahí en momentos de borrachera y plática, los fuegos se encendieron para calentar el futuro. Quien vivió ahí es dichoso, cabrones. Somos ya una familia aunque ya no vivan ahí. Hemos compartido experiencias y tiempos. Todo se nutre. Seguiré despertándolos con música clásica.
Bueno, la noche me acompaña, como siempre, y el tren que me espera está por partir. Desconozco si en burro o camioneta o traila regrese, pero regresaré. 
Así que preparen el vino, whisky, cheve y tabacos, que mis luces querrán alimento.
Buenas noches desde la cama oxidada y el colchón duro, mi descanso llega hasta estar en Durango.

jueves, 21 de noviembre de 2013

612


A veces se encuentra sin buscar. Siempre he creído en ello. Quise retomar este tópico ya que, por un lado, hace unos años me gustaba oír a las 21 hrs. una estación de radio: Momento Romántico. Ahí pude volver a sentir. Fuera en el carro, o en casa, las sensaciones me invadían sin pedir permiso. Bien, muy bien, les decía. Vengan. Con ellas y a través de ellas escribí, pensé...  Por el otro, hoy, al escarbar, hallé una melodía que habla por mí. Esas veces en que un cantante habla por mí me encantan. Sólo añadiré otra cosa: 612.

jueves, 31 de octubre de 2013

Extracto de "Cansado de despertar", día de muertos


“Somos sombras sin recuerdo
moviéndose en las memorias que se pierden”.

Perla J. Beltrán





MARZO 10, 2013


Después de mí nadie viene
al lugar en que estoy
perpetuo
acostumbrado a la flor de su boca
marchita
tan lejana en el horizonte
de mi aurora
y ya en mutismo
en lo que sobre
irán mis siglos a su encuentro.

martes, 29 de octubre de 2013

FEBRERO 19, 2013



La marea de viento me transfiere
al lóbrego de los días,
esta noche
en que dos velas
resguardan tu partida.

Cuatro botellas de whisky habitarán
desde ahora
la alcoba tercera el primer bimestre
que nos abandonas;
juntos te esperamos,
unidos somos fuertes
tan sólidos cual río de selva
cual nube en el cielo
cual roca en montaña;
de lo que reste en la contienda te asustarás
y habremos sumergido las melodías
en que estatuas florecen de noche.


(grazie Fisher)

lunes, 15 de julio de 2013

28 de Noviembre 2012 (Flores en tu mirada)



Aquí yace el silencio de los pensamientos
las calles y los pasos
que las montañas quisieron transitarte:
Hasta la noche avanza solitaria
creyendo en la tragedia de la vida.
Otorgame tu oído y habla
cuando en mi ausencia vayan mis desvelos:
Extraño el púrpura de tu canto,
las cicatrices en nuestro jardín
los pájaros de incienso alborotado
y sus alas de fuego en el cristal.
Aquella tarde de invierno que llovía
mientras a mi pierna se aferraban los pucheros
no me abandonaste y pedías mi presencia
como los monjes que habitan en moteles:
Por eso te amo, mi niña,
con mis inservibles labios beso tu frente,
mi niña, para decirte mi niña,
nada podrá eternizar nuestra ausencia.


A Piki piki

jueves, 4 de julio de 2013

LONSDALEITE

I



-No veía nada.
-Cuéntame desde el inicio.
Quien no veía nada acomodó su cuerpo en la silla de madera que descansaba en la terraza del conjunto habitacional; la cúpula roja de una iglesia a cuatrocientos metros de distancia llegó de reojo a su mente. Luego el joven, cruzando los brazos y deshaciendo el movimiento, dijo:
-Ese día, lo recuerdo bien, era el último jirón de chochos que me metí. Además de ser mi cumpleaños, obviamente acomodé mi entrenamiento de dos meses para que cayera en ese día. Por la tarde fui a un concurso en el gimnasio de ver quién levantaba más peso. Quedé en segundo lugar de todos los del gym-. El hombre evadía mirar al joven de frente, no por ocultar sus propias cavilaciones sino para colocar toda su atención a lo dicho; así supo que chochos era la referencia a inyecciones de anabólico. Vestía playera azul claro con cuello en V, pantalón de mezclilla, sandalias de baño y tenía el cabello alargado lo suficiente para deducir que en cuatro meses no había acudido con el estilista. Aspiró de su cigarro al oír-: Terminando, unos compas me invitaron a una reunión, así, unas cheves leves-. Las dos palabras que finalizaron la frase le resultaron al hombre un poema corto-. Fui y estuvimos ahí como hasta las doce de la noche, ya en casa me quedé bien dormido. Sólo me tomé dos, para dormir a gusto. Y de repente, ¡pum!, se oye que golpean tres veces la puerta, pero a madres, recio; fue lo primero que oí y de volada me desperté y luego escuché a mi hermano que gritaba: ¿Qué pasa?, bajé en chinga en calzones; estaba dormido, te digo; y al llegar, que eran unos encapuchados...
-¿Cómo iban vestidos, de civil o de policías?
-De Estatales-. En la respuesta figuraba de implícito la palabra policía-. No sé de dónde apareció mi jefe y dijo que qué querían. Sin dejarlo decir más lo golpean, le dicen que se calle y preguntan por Fernando Olvera-. La mención del nombre hizo que de la boca sacara su cigarro el hombre de playera azul por pensar que el joven era buscado por adquirir ilegalmente las inyecciones-. Mi papá dijo que era él, y de volada lo sacan, en eso que mi hermano se prende y se agarra contra un policía y otro iba a darle un culetazo con el rifle pero en eso me metí entre ellos dos, el policía y mi hermano, y le decía que calmado, que yo era Fernando Olvera-. Hacía los ademanes como si ocurriera el evento en el presente en que se encontraba con el fumador-. Yo para entonces levantaba 30 kilos más que mi peso, y me vio y quitó el arma, como que me tuvo miedo. Sacaron a mi jefe de la casa-. Volviendo el cigarro a la boca, el hombre pensó por tercera ocasión esa noche en que el joven usaba la misma palabra para referirse a la misma persona en dos ámbitos diferentes en su vida: La familia y el trabajo-. El policía que golpeó a mi papá escuchó lo que dije y le gritó al comandante o no sé quién chingaos era, que había dos con el mismo nombre y le contestó que se llevaran a los dos. Nos subieron y nos gritaban que no miráramos o nos mataban.
-¿En qué los subieron?
-Creo que eran de esas camionetas de doble cabina que traen, pero la verdad no veíamos nada porque nos taparon la cabeza con una capucha o algo así. Cuando uno escucha de esto siempre piensa: “A mí no me va a pasar, los golpeo en cuanto los vea”, pero ya estando, la cosa cambia-. Aspirando junto al tabaco la enseñanza de vida, el hombre se dijo que el joven debía tener razón de sobra, pues conocía que su musculatura de ochenta y nueve kilos, la estatura de metro ochenta, su habilidad en artes marciales y su templanza, hablaron al unísono. Ese joven lo había sacado de apuros en más de diez ocasiones-. Nos dieron varias vueltas en alta velocidad por la colonia, como para destantearnos sobre el rumbo por el que íbamos, pero sé bien que hay un bache enorme en una de las dos únicas salidas, mientras que en la otra hay tres hileras de boyas. Nos sacaron por la segunda. Oíamos que dentro con nosotros iba una señora, y todavía fuimos a levantar más gente-. Contrario a lo que se pensara de estar despertando personas en horas de la madrugada, bien sabía el fumador que estaba haciendo mención al secuestro-. Nada más se oía: ¡Cállate, metete a la camioneta!, y de fondo mujeres llorando y gimiendo. Mi papá se dio cuenta que estaba la mujer temblando y preguntó: ¿Está bien?, pero no hubo respuesta. A mí me dijo: fíjate dónde pisas, que abajo hay una señora; y los polis lo callaron a golpes…
Su conversación continuó bajo las nubes de la tormenta que se avecinaba, dejando caer las primeras gotas con la frialdad de un recuerdo amargo. Así el joven explicó que esa noche sintió ser la última que habría de vivir. Explicó la cantidad de personas que se preocuparon en cuanto supieron del incidente y la forma en que aportaron apoyo; contactos, llamadas, cobro de favores. Explicó que hubo presencia de psicólogos para algunas personas no relacionadas directamente, que un matrimonio se adelantó, que tomaron precauciones tan delicadas que incluso cambiaron de domicilio seis veces. Tomando nota mentalmente del relato, los acontecimientos, las palabras, los sitios, el hombre accedía a una determinación nada sencilla:
-¿Quieres una cheve?
-Por eso las traje.
Y el hombre abrió dos Coronas de media de las que descansaban sobre el suelo. En su interior coexistían dos pensamientos divergentes. Por un lado sabía que ese joven lo conocía tan bien como para saber su paradero sin haber consultado a persona alguna sobre el sitio en que estaría el hombre, y que el paquete de veinticuatro cervezas era un presente similar al que se ofrenda a la divinidad para que se conceda su petición. Por el otro, sabía que lo sucedido con ese joven haría que saliera del claustro en que se imbuyó por meses. Bebió un largo sorbo, acumulando las energías para lo que de ahí en delante sucedería, y dijo:
-We, agradezco que hayas conservado el anonimato de mi paradero todo este tiempo, tanto como de los secretos. Sé bien que no has venido a pedirme nada, que esta cheve es de compas. Pero se ha traspasado una línea, y esa línea está dentro de mis fronteras.
-Lo mejor es no moverle.
-Algunas veces es imprescindible dejar de lado las preocupaciones para arreglar los desmadres. Y tú, Fercio- el joven sonrió y el hombre se le unía antes de continuar-, eres fuerzas especiales. Nadie toca mis instrumentos sin pagar el precio.
Aquellas palabras destrozaron la tranquilidad que los había envuelto al haberse visto una hora antes en la entrada del conjunto habitacional. La satisfacción del reencuentro esa noche se nubló por realidades del pasado, y ya los días perecerían si llegaran a olvidar lo que dijo el hombre después de beber de su cerveza:
-En el mismo silencio con que me cobijaste se guardará tu nombre en lo que de ahora en delante suceda. Estás separado de la situación.
El joven enmudeció y sobre su rostro cruzaba la expresión de duda propia de las sentencias que han de reflexionarse. Luego de sopesar las palabras en la balanza de la inquietud y el sosiego, para romper la tensión en su ánima dijo:
-También traje tu encargo. Lo dejé en el carro.
-Muchas gracias. No te imaginas lo que vale una buena dotación de whisky en las montañas cuando se está solo. ¿Cuánto te debo?
-Éstas corren por mi cuenta.
-No inventes, Fercio. Es una lanota. Aparte, con eso de que te quieres matrimoniar- ambos rieron levemente-, te hará falta.
-Así déjalo. Lo aceptaré como dote. Ah, no, ¿verdad?; eso es de los papás de la novia- después de recuperar el aliento por una carcajada en los dos inquilinos de las tinieblas, entrechocaron las botellas.
-Un brindis por los elementos que parten al más allá para preparar el camino en terreno hostil hasta que llegue mi arribo. Cuidaré su retaguardia.
-Mi retaguardia es lo más preciado.
-Por suerte cuando me visita la muerte tengo a mano el cuchillo para cortar la soga.
-Te lograste zafar…
-Por siempre.
-Ha de faltar poco para que tropieces con la misma piedra…
Caía la botella de Corona de la mesa al oír eso, y en el aire la tomó el hombre con la mano derecha, bebió de un trago el resto, y enunció:
-Como special forces soy el primero en llegar y el último en partir. No será fácil mi ida. Primero dos batallones y un pelotón de francotiradores he de llevarme a mano limpia y con los ojos cerrados.
Repostaron las bebidas entre risotadas, y decidieron entrar en el apartamento porque la lluvia comenzó su azote sobre las superficies. Retumbaron los cielos, el viento se movía a bocanadas, y no hubo aviso de la inminencia por hallar refugio; ya no era sólo por la lluvia. Mas por un minuto el hombre se quedó de pie en la terraza, observando los cañones de acero, las paredes de luz, las cúpulas de las cinco iglesias en el centro histórico; cada una con su campanario en sosiego; las luces rojas indicadoras de las antenas de radiocomunicación, los tanques estacionarios de gas, los contenedores de agua, el edificio de la compañía telefónica, los nogales, sabinos, bambúes, pinos, la hilera de faroles en las calles, el grisáceo del cielo confundiéndose con cada componente de la panorámica, sintiendo la frialdad de su cuerpo expuesto al agua, consonando con el tacto sólido de la botella en su mano, con las ideas que vinieron a su mente, las efectuadas años atrás y las que debía de realizar; aquello era el bautizo de su reentrada a la civilización de la que debió huir.
-Métete.
Y en silencio el hombre fue hacia la voz que cargaba el paquete de cervezas. Ya en el apartamento el joven comenzó a cantar mientras escogía música de los estantes de discos compactos.
-¿Supiste lo de Karina Montero?- escogió un álbum titulado Enema of the State.
-Oí algo.
-Pobre-. El hombre tomó asiento sobre un banco de plástico, mientras su amigo hizo lo propio con el equipal.
-Desgraciada.
-Pobre desgraciada.
-De perdido lo hubieran hecho en seco. ¿Para qué mantenerla en vela si ya estaba fichada?
Colocando a Blink 182, Adam’s song, ambos manipularon las emociones que se descosían de sus entrañas. La adolescencia, la época de arrojo y valor desmedido entrelazado a la incertidumbre del porvenir, renacía en sus almas; nada importaba y todo importaba al mismo tiempo, de ello no podrían enajenarse hasta acumular sufrimientos y decepciones, placeres y chicas, insomnios y sueños. Si fuera tarde y de noche, no les importaba lo que sucediera, su conversación ameritaba la expansión del encuentro. Luego vino All the small things. Minutos más tarde, ya con la mitad de las cervezas vacías, cambiando a Cadetes de Linares sin volver a la plática sobre los Estatales, el joven dijo:
-Deberían componerte un corrido.
-Sólo si hablara de…
-Viejas de secundaria quitándose los calzones- alzando la cerveza recién abierta.
La risa en ambos continuó durante dos minutos.
-Fercio, me conoces muy bien. Recuerdas esa morra de la que te hablé.
-¿La del casorio?
-La mesma. Pues ya te la sabes, sólo a ti y otros cuatro compitas; Alonso y Los Cobra; les conté del evento para que fueran, y neta que si se armaba no había pedo, ya que si no me latía y me hacía uno con el viento, desaparecer, pues ya corría por mi cuenta; ya ves que se me da; pero el chiste es que nadie de la familia supiera. Pero si todo iba bien, ya sería…- detuvo sus palabras, y una que termina en zeta se le iba a escapar, pero la detuvo en la garganta-. No importa ya… No quiero pensar más en eso… Puedo recordar todo el itinerario de esos cuatro días, los horarios, lugares, climas… pero… No se compara con Rubí.
-La…
-Ni lo digas, que los muertos pueden revivir- interrumpiéndolo, bebió todo el contenido y remplazaba su cerveza, dejando la mirada en un punto que parecía atravesar el muro de la habitación.
Un amplio silencio ofuscó las carcajadas que hasta ese punto habían compartido. A la mente del hombre vinieron un sinnúmero de temores, de anhelos, todos enterrados en el ayer de los días pasados junto a Rubí. El aroma de su piel, la voz suave, la variación de tinte en su cabello, la serie de lunares que aparecían sobre su piel blanca, el vestido de graduación color fucsia, las promesas; algunas rotas, otras inconclusas, pero la mayoría en pie de guerra; las fotografías, el bote de proteína donde guardó objetos para que fuera una máquina del tiempo enterrada en lindes lejanos, las frases en cartas y recados, los barandales negros de su hogar, su cuerpo de cintura pequeña con pechos voluptuosos, la hora en que su madre le llamaba a ingresar en casa, las veces que bajo la lluvia la poseyó, el color ambarino de su mirar, esas ocasiones en que la amaba con locura, la locura con que se atrevió a desnudarla, el ser la primera mujer que amó, los sitios públicos en que lo realizó, el disco de Zurdok que colocaba en el estéreo de su alcoba para atenuar los ruidos sobre el colchón, la caricia que ella efectuó con las puntas de sus dedos sobre su rostro rasurado el día después de Navidad, esa llamada telefónica donde ella contestó y su boca estaba ocupada en darle placer durante las pausas, la invitación a quedarse en casa de su abuela, el amanecer que presenciaron en un taxi, la fiesta de quince años donde ella jugó con las manos bajo la mesa, Galleta, la biblioteca, su gusto por el tacto de la almohada, las veces que la maestra de inglés hizo posible que se conocieran y fueran equipo de dos por diez ocasiones, los lonches que le preparó para el trabajo, la silla de la universidad que quería robar para usarla de un modo secreto, el verse juntos al desnudo sobre el espejo, abrazarla, besarla, labios inolvidables, haberse levantado de la mesa para ir con ella a la pista durante la graduación al verla sola mirando a todos lados cuando los padres fueron a bailar con sus hijas, el medicamento a base de miel y propóleo que su madre le dio al oírlo toser en la banqueta, las veces que caminó tres kilómetros de un hogar al otro pensando que valió la pena, las conversaciones afuera de su casa hasta entrada la noche, cuando la topó en el autobús, Nico, la casa de infonavit que su madre tenía donde se citaron una noche y que ella llevó toronjas y cobija, sus niñerías, las películas, el collar alrededor de su cintura, los cines en donde una mirada anónima presenciaba su arrojo, las llamadas telefónicas y los mensajes al celular, el recordar su número de memoria, tornasol, el significado del código, el relicario de oro blanco que le dio luego de guardar el dinero de dos quincenas, las lágrimas que derramó durante su graduación en donde bailó con ella, los regalos que se efectuaron que incluyeron celulares y casas de campaña y discos compactos, la afrenta que un familiar hizo ante ella de la que la defendió, Sarah Mclachlan, Weezer, EL LUGAR, pero sobretodo saber que aquello era una parte adherida a sus palabras hirientes, el oscuro pensar que lo invadía, sus contradicciones, los cuarenta kilómetros que caminó por la carretera para alejarse de ella e iniciar una nueva vida, el retraso crónico de hasta hora y media, la intranquilidad anímica que pasó fumando en el patio para distraerse del sentir, el numerar los hombres a quienes les abría la puerta de su tiempo, los secretos, las deducciones obvias de las que destacó que había probado drogas ilegales, su eres muy perspicaz, el suceso del concierto de Café Tacvba, los llantos silentes, el saber que madre estaba al tanto… Nada de ello diría el hombre, pero lo sabía.
-¿Sí te conté?
-¿Qué cosa, Fercio?-. Se incorporó y abrió la ventana cancel de par en par. Sostuvo el cuerpo erguido en dicho punto, pidiendo que colocara el disco de Zurdok.
El joven comenzó a mencionar que Rubí fue exiliada de la casa de su mamá, que vivió un tiempo con la prima, y que incluso de ese hogar de cuatro también la corrieron con todo y pucheros.
-No mames, ¿neta?- volviendo a su asiento.
-Sí.
-La verdad sí me imaginaba que andaba en malos pasos, pero tanto así… El caso es que… ¿Cuándo pasó?- renovaron botellas, y el hombre le adelantaba por cuatro.
-No recuerdo. Más o menos como un año y medio, o dos.
-Por ese tiempo tuvimos contacto, y me dijo que había tenido problemas, que por eso no se había comunicado-. La realidad era que el hombre pensó: “Si es lo que busca; su perdición; es cosa de ella, ya no tengo qué ver con su vida ni debe importarme”. Pero en el fondo, muy en lo profundo de los secretos, se preocupaba por ella y haría lo que fuera necesario por extender la ayuda que The Beatles pide en la canción de Help-. Fíjate lo que son las cosas. Siempre estuve con esa certeza de que su incursión en las drogas la llevarían a problemas familiares. El único problema es que, te aseguro, ni con eso que le ha pasado entiende o agarra el hilo de las consecuencias. Podría decirte que me alegro por ver que en realidad tuve razón en aquel año, hace siglos, en que mi corazón le pertenecía y se lo dije, le advertí, pero no, no me alegro, la realidad es que estoy neutro.
Tras un minuto de silencio, el joven dijo en voz átona:
-Salud.
-Salud.
Entrechocaron las cervezas y el hombre se dirigió de nuevo a la única ventana que daba al exterior, dejando que el aire frío del pasado recorriera su piel con antiguas remembranzas y vivencias. Ningún amigo, en meses, lo había acompañado a observar la panorámica que desde ahí reinaba, mas no era por soledad, por carecer de amistades, sino por la precaución que hubo de tomar tras un suceso que lo alejó de todo contacto humano, civil, fuera de Fercio.
-Oye, tengo ganas de manejar tu coche, está con madres.
-Corre chingón- contestó Fercio.
-¿Qué te parece si damos una vuelta? No es de a huevo.
El joven, en su semblante, estaba expresando que pensaba en lo prudente de dicha invitación, luego dijo con júbilo:
-Va. Pero aquí cerca. Y primero bajamos tu encargo.
Sin importarles el estado meteorológico se dirigieron al coche, un reluciente, blanco, casi nuevo, Mazda 3. Habían transcurrido un par de horas, más la media de chistes y risas, para cuando vislumbró el cuarteto de ojos el coche. Prepararon el paquete con las botellas de whisky, lo llevó el hombre a su apartamento, para pronto subir de piloto al coche. Ya dentro, metió la llave en el orificio de encender.
-¿Qué pasa?- preguntó el joven al ver que no arrancaba.
-Men, gracias por todo. ¿Cuándo te casas?
-En abril del otro año.
-¿Harás despedida de soltero?
-Claro, y estás invitado. Sólo que no lleves a tu harem de bailarinas turcas menores de edad.
Sin reír, el hombre, con la mirada al frente, dirigida a una gota de lluvia que velozmente caía unas siete cuadras al frente, contestó:
-Fernando, cuídate, hay retenes- abrió la portezuela-. Ten- dejó un par de billetes con Miguel Hidalgo sobre el freno de mano, para luego descender del coche y dirigirse al complejo de apartamentos.
El joven no supo qué pensar, a su mente vino el cúmulo de hechos que en alguna ocasión, cuando el hombre pidió su ayuda para desaparecer y encargarse de sus asuntos en la ciudad, le contó que había realizado. “Le vino de nuevo”, pensó, luego descendía del asiento de copiloto, subió al coche para conducirlo, y tras ver que la espalda del hombre de playera azul se difuminaba detrás de los vidrios en la puerta del complejo, encendió el coche y partió.

El hombre, sin mediar palabra, ascendía con suprema lentitud los cuarenta escalones que separaban la calle de su alcoba, el refugio, y su sombra se retuvo en las paredes interiores que le darían cobijo esa noche, dejando la vista sobre el diploma de detective enmarcado; que no es más que un recibo del Seven Eleven al que acudió a comprar los primeros cigarros después de una temporada de intenso entrenamiento con ex militares. El mundo a su derredor seguía con los mismos rituales diarios, sin detenerse a extrañar su existir, su memoria, su pasado. Girando la mirada hacia el escritorio vio encima el rompecabezas unido sólo en las orillas; restaba el interior de las mil piezas.

lunes, 1 de julio de 2013

EL VINO DE JUNO


¿Qué vino servirás en mi copa,
vida
si en cada año has cambiado de aroma y cuerpo?

Nunca se llena hasta el borde,
debe permanecer en el punto convenido
para que aire y temperatura
anuncien tu sabor.

No importa, lo bebo,
no interesa tu respuesta:
Contemplo y recibo cada sorbo
sabiendo que desde su cosecha se modifica la esencia.

viernes, 28 de junio de 2013

LEJOS DE TI


 
La cumparsita 
Querer y odiar, solemnes palabras unidas con sangre.
Adorando el futuro y el pasado,
brota el final de la vida, el fin del hambre.
El inicio y el fin en un mismo paso.

Suspiro pequeños momentos de mi ayer soberano.
Te vas convirtiendo en recuerdo,
lo inútil de lo que no es cercano,
de las palabras tuyas antiguas, en un recado.

Beber y fumar, actos sublimes de mi soledad.
Vuelve la mente a un diluido ayer,
donde crece un río, con gran tempestad.
Un trueno que te invita conmigo, para ir a comer.

II

Entonces, ¿por qué dices que sí a mis elogios,
que una limonada bastará para los árboles,
o que te marque para ponernos de acuerdo?
Es una infame palabrería de un enredo.

El fuego flota y el humo desciende hasta mi espíritu.
Y tú, contenta con la distancia que corre,
la que dispara tus flechas de ausencia.
Me corroe, me mata, me aniquila tu perfume.

Vuelve por el camino que te vio partir,
y dime lo que creo querer escuchar:
Que el odio no se une con querer,
y que sin querer te fuiste sin mirar
atrás, a mí, a la película que habremos de filmar.

Una canción remota has de silbar caminando.
Eres el cuerpo del tiempo,
el anillo en mi dedo, el deseo de mi andar.


Soy el imán del silencio, y los sonidos continúan.

sábado, 15 de junio de 2013

Pasta Toreles



VI

Azul de mi inocencia abrazo, desnudo, al desnudo
sobre el cabello alborotado de las luciérnagas andantes
y es, a esa hora
cuando el maple baila tango en domingo
mientras un lunes se acurruca en sueño.

Hay memoramas en el calendario
que a media luz exhiben su inhibición:
En el crepúsculo de este mes nos despedimos
sin decir adiós
sino hasta luego,
compañeros de vida:
Me toca abrir los goznes al desierto
revivir mi olvido de su tumba
y caminar al filo del abismo:
Si me esperan, recuerden, tener a mano cigarros y vino,
volveré tan vivo como muerto
tan amargo y desconocido
que en su familiaridad les tocará enseñarme la vida.

miércoles, 12 de junio de 2013

Extracto de "Cansado de despertar"


Luna creciente que en mi estanque
resbala, oscila
mantiene el licor
y condensa
mis latitudes esparcidas en besos ajenos.
He leído tus sabores, tristeza
de Georgia a Singapur
en Guadalajara y La Constancia,
en Tres Molinos e Ignacio Ramírez
y mi herida crecía al volver
a indagar
sobre las sábanas descosidas en el suelo:
Fue mi almohada quien retuvo la embriaguez
posterior
a tu brillo fugaz
donde consumimos la libertad enclaustrados.
Ahora, tristeza, nos olvidamos del corazón hasta el hígado
sin desvanecer la toxicidad de nuestra ausencia;
porque pudiste ser real
en mi ficción
y parecía andar cerca la soledad
a tu lado
entre nosotros
susurrando la eterna búsqueda de lo invisible
oculto en mis cavernas.
Hay un sismo cuando falseas tu llanto, tristeza
la luna se llena como mi vaso se divide
y caen
ruedan
caen
y ruedan
los témpanos de los rostros
y el sudor en el colchón:
Es tiempo de anunciar una metáfora
donde pierdan la razón los científicos y alquimistas,
los curas y los corredores,
las amas de casa y el camarero de afuera;
en realidad nada importa…
Nada…
La luna mengua dentro de mi vaso
y vuelvo a rellenarlo hasta el borde.

viernes, 17 de mayo de 2013

Extracto de LONSDALEITE



-Enciende el tocadiscos del estéreo y apaga la luz, André; es magia.
-¿De qué hablas?- tomando el disco negro que le extendía el otro hombre.
-Hay cosas que deben permanecer en su estado original.
-Está bien, papá.
Segundos más tarde, giraba a dos metros de distancia del cuarto de estar el disco de vinil After the rain; Muddy Waters inició con lentos tonos a esparcir sus efectos. Salvo una lámpara de piso encendida en la habitación principal, que iluminaba tenue desde su posición, sólo los cigarrillos en las manos de los dos hombres agrietaron la oscuridad. Se habían acomodado en los sillones de tapiz roto. Frente a ellos, en un televisor usado como mesa, colocaron las botellas de cerveza que abrieron un instante atrás. Existían pocos muebles para que el lugar fuera nombrado como casa, sin contar las cajas de archivos y los artículos de oficina y taller. Motores desarmados se atrincheraban tras un refrigerador, cajas de herramienta había sobre la tarja, y cables enrollados detenían los platos sucios de la cena. Del exterior, por la ventana panorámica en la sala de estar, ingresaron luces ámbar de calle mas la oscuridad de la noche. Era los suficientemente fresco como para saber que era octubre, pero cálido para estar sin chamarra dentro de la habitación con las ventanas abiertas.
André comenzó a entrar en un mundo extinto, del que han quedado remanentes en las memorias masculinas cuando se unen en soledad a beber y fumar, a percibir el volumen del silencio y la soledad en sus hogares. “Hogar: no siempre es donde se duerme”, se dijo André, luego deslizó la mano derecha a la parte trasera del 501. Constatando que la Glock 9 milímetros estaba en su sitio, regresó a la Corona de media sobre el televisor. Quitó de sus labios el cigarro y tras colocarlo en el cenicero de piedra, que fungía como frontera entre ambos cuerpos, bebió un largo trago. Algunas gotas cayeron en su playera blanca, cerca del cuello en V. Las melodías carecían de soberbia, pero eran la beatificación del dolor. Necesitaba algo frío diluirse en su garganta, que lo poseyera y le avisara que su cuerpo seguía manteniendo unidad con espíritu y mente.
Sostuvo la mirada en su padre. La playera desteñida, el pantaloncillo corto, los huaraches, la delgada moldura de los lentes, el ojo que “todo lo ve”, reconoció cada parte de ese rompecabezas que sirvió de guía y que le ayudó más allá de consejos: Apoyo incalculable que significaron una comida, un billete, una cajetilla de cigarros, o un refresco. De alguna manera se reconoció a sí mismo. Era evidente la similitud que tenían al estar en sus hogares.
-La primera vez que Muddy se escuchó en una grabación, no podía creer que era él. Después reprodujo de nuevo el disco y se dijo: “Lo puedo hacer, lo puedo hacer”.
-¿Lo conociste?
-No- lo había dicho de manera átona, pero con profundo significado-. Eso dijo en una entrevista que leí-. A su vez, André lo interrogaba sin la perspicacia usada durante las jornadas de trabajo, donde los interlocutores podrían ser testigos, víctimas, o sospechosos. Y raras veces los tres al mismo tiempo.
-Nunca lo había escuchado. Suena bien.
-Este álbum no se ha remasterizado, hasta donde sé.
-Pásame otra.
Su padre tomó un trago de la propia y alcanzaba desde su asiento la requerida. Sin abrir llegaba a mano de Lovedy, quien con el encendedor obtuvo el sonido característico de cuando sale el gas acumulado y flota una leve nubecilla en la boca de la botella. La colocó a un costado del sillón, junto a la vacía, y encendió otro cilindro extraído de la cajetilla de Marlboro. Sin saber porqué, eso le recordaba a las personas que piden sin dar nada a cambio, más específico las que en reuniones suelen encender cigarros y beber cerveza a destajo, sin haber aportado dinero ni tiempo para obtenerlo. “Pero yo traje el cartón y los cigarros, y con él no me incomoda compartir. Me ha dado más que la vida”. Tras su pensamiento dio otra calada. Los rasgueos en la guitarra eran dignos de colocar una y otra vez, repetirlos en la soledad de lo nocturno, avivarlos con alcohol para conflagrar el silencio de la casa vacía, sin mujer, sin preocupaciones, en el ilícito rincón donde los hombres excluyen las personas que quieren que se dejen los placeres de lado. No, ese placer tenía incalculable valor, y ahora lo aprendía. Lo recordaba, pues no era nuevo. “El paraíso”, pensó.
Su padre tenía la vista perdida, pero se percibió su compañía en la habitación. André cruzó la pierna izquierda sobre el muslo, y encima de las botas de trabajo cafés detuvo la mano derecha con el cigarro encendido.
-¿Recuerdas ese bajo que me ayudaste a comprar?
-¿El negro?
-Ése. Debo decirte algo- con un ligero silencio que indicaba el otorgamiento, su padre movió el ceño como indicación de espera-. Cuando andaba juntando dinero para la renta del apartamento; más bien el depósito; tuve que empeñarla. Iba a sacarla lo antes posible, pero no pude.
Su padre extendió el silencio y en él no había muestra de resentimiento o desilusión, su rostro era la viva imagen de la comprensión. Él no había tenido después de la infancia a su padre, por lo que de la propia experiencia exprimió lo que pudo para destilar el conocimiento, el sendero, la señalización del porvenir, y éste ahora era compartido con André en esas ocasionales visitas a Sanganacio. El disco terminaba y el padre dijo, señalando con el cigarro un rincón:
-Pon el disco de la derecha. El último.
André se incorporó del asiento y fue al estante donde estaban los cd´s y los discos de vinilo, luego se dirigía al tocadiscos. Leía el título a la luz del encendedor conforme iniciaba el carraspeo de la aguja sobre el plato giratorio: Johnny Winter Live, interpretando Muddy Waters, y colocó el vinilo.
Everything… Everything… Everything is gonna be all right this morning”, iniciaba tras aplausos Muddy a decir. La juventud terminaba en André. Con la familiaridad de Mannish Boy, mas la lírica de las palabras, el incienso de los días consumidos ascendía junto al tabaco y los olores de alcohol en los labios. Dos hombres personificaban la continuidad de la humanidad y la historia de todo HOMBRE, nada de niñerías, nada de cobardía, todo tomado con la determinación que un alma masculina comprende que debe hacer, tomar el camino entre lo que se quiere y el deber. Más que hablar, prefirieron el silencio. Si en alguna pausa movían la mirada, era suficiente para entender el significado. “Pásame otra, ¿me la abres?, enciende otro cigarro”.
-¿Ya no has ido a ningún partido?
-No, ya no- contestó el padre.
-A ver si te consigo pases para la final- pero no hubo respuesta. En el segundo rostro figuraba una calma absoluta.
Luego que renovaran las bebidas, cada uno empezó a contar sobre cómo las promesas políticas se estancaban, de cómo algunos vecinos preferían la inseguridad y de que el municipio Guadalupe Victoria estaba lo suficientemente retirado como para visitarlo cada fin de semana.
-No importa, así pasa- dijo André-. Uno no se fija en la distancia cuando se pica.
El clima enrarecido por el tabaco era capaz de incomodar a los pasivos, mas ellos estaban en el alba de la comodidad adquirida cuando se sabe que se está en confianza, una confortabilidad dada en territorio aliado, con paz. Dicho lugar fungió como hogar durante una temporada, y esto Lovedy lo sabía muy bien; días en que era tildado de rebelde, disidente, paria de leyes que no lo envolvían ni lo harían. De cada memoria bélica que en su mente figurara, ninguna sombra asomaba al estar con ese personaje.
Muddy hizo lo posible por abatir el sufrimiento que cada uno tuviera en sus almas, hasta que fue relevado por Creedence.
-¿Ya no te duele el pie?- inquirió el señor Lovedy.
-Ya no. Pero empiezo a sentir el dedo.
Tres días atrás un alacrán pinchó su dedo del pie derecho, y el dolor tuvo la misma ponderación que una bala en el hueso. Lo sabía por experiencia, mas de ello no hablaba con nadie ajeno a circunstancias laborales.
-¿Vamos a un billar?
-Es tarde.
-Sólo decía. Ya sabes que me recuerda esos lares la música de los Creedence.
Y su padre sólo bebió otro trago.
Momentos después una llamada al celular de Lovedy hizo que se escusara para retomarla en el baño.
-¿Qué pasa?
-Sólo quiero agradecerte lo que hiciste.
-Men, no ha sido nada. Ya sabes que cuido de mi gente, y tú, Fercio, eres fuerzas especiales-. Fercio rió, luego dijo: neta gracias-. Ahora, lo que te ocupa, es tu matrimonio, y haré lo que pueda por que vaya normal y sin sobresaltos. Apártame dos sillas en tu boda religiosa para mis barricas con cheve.
-Te pasas, André- y lo decía el recobrar el aliento tras volver a reír-. ¿Dónde andas?
-En la ciudad. Vine a cuidar mis bisnes. Todo tranquilo, por ahora.
-Está bien. We, amigo, neta gracias, y cuídate.
-Ya sabes que es lo primero que hago. Nos debemos más que la vida.
-Ni lo digas.
-Si actué fuera de tiempo es por mis situación que bien sabes.
-No lo menciones.
-Bueno. Pero de ahora en delante, ya sabes que ando resguardando la city.
-Eso es todo.
-Te dejo.
-Nos hablamos luego….
-El celular lo voy a tirar en pocos minutos. Pero sabes dónde hallarme.
-Sale.
-Hasta pronto.
André Lovedy cerró el celular luego de apagarlo y quitar la batería. Salió del baño y fue con su padre.
-Feliz cumpleaños- abrazando a Lovedy con un brazo y en la otra una cerveza.
-Gracias- y tomó la cerveza-. Esto es todo lo que esperaba en este día. Estar contigo. 

lunes, 6 de mayo de 2013

NINGÚN INSTANTE




Ningún instante al esperar
debe ser medido.
Siéntate, fuma, prende la radio
o sal al patio.
Cuando te preguntes:
¿Cuánto lleva planchándose el pelo?
No mires tu reloj.
Jamás.
Se arregla, se maquilla
ve una y otra vez su ropa y cuerpo,
los accesorios, las zapatillas.
Requiere cuidado.
Delicadeza, atención.
Incluso existe malicia mientras se viste
pues sabe que mil ojos subirán
y bajarán
por su cuerpo.
Espérala, fuma, siéntate, no mires el reloj
se está alistando para ti.

lunes, 29 de abril de 2013

LA MIRADA NEGRA




Tantas palabras hasta llegar a ti
mirada negra, tantos…
escrúpulos reunidos por civilidad.
Muchos silencios te anteceden
mirada negra, tantos
que se calcinan en los ecos.

Hemos cautivado la gloria en la presencia
que lo lejano no une
nos divide
y nos regresa al momento tuyo,
mirada negra
hasta colmar de pieles los calvarios
y de sacristanes a los mendigos.

Sean bastantes las agonías
mirada negra, tantas
que de ello hablen los moribundos.
Me voy por tiempo inestimado
mirada negra, por mucho
mas no lo suficiente para diluirnos.
Mirada negra
que la vista no ve lo que siente
el alma, la vida
el cuerpo
y esas minúsculas palabras que omito.
Porque en ti el yugo se mantuvo
y estaba enclaustrado el engranaje
de las fábricas, el café
la siembra, el riego
las carreteras y los manteles,
las comidas y la limonada
el crepúsculo y las películas
y cada noche que de mañana te remembraba
al tratar de volver a ti,
mirada negra,
por la tarde
ya tarde
o de noche casi de madrugada
para hacer que la vista te encontrara
amiga mía, mirada extraña
que la vida es corta para lo que me llama
y una cicatriz no anuncia
mas en la herida cerrada se preserva
cual cera derretida de un milenario altar vivo.

domingo, 28 de abril de 2013

La esquina en tu café



¿En qué momento de ayer
pensaste
en la retirada mañana
observando la estatua de la cúpula
durante el peregrino verano
que en sus manos me sostuvo
contra el cielo
en la cúspide del silencio?
El vestido de tu bicicleta se desmaquilla
me carga y rodamos
a través de la noche sobre mi bote
para desvelar las amarras:
Que preciso el ángulo de la luz
que invitaste esa tarde
a tu patio:
Seguían pataleando y corriendo las teclas
sin que sus anteojos te miraran:
Pasó un rehilete de la mano de un hombre
nos saludamos junto a las escaleras
y siguió el rumbo de su sombra.

sábado, 27 de abril de 2013

Dayana Sure

Hemos invadido el rincón entre el ayer y la resaca con frugales diálogos que se mezclan en nuestra noche. Sin conversar entendemos lo que somos, y fabricamos el arte de reconocernos con la piel...
The day after
Edvar Munch

miércoles, 24 de abril de 2013

Hace rato...

Le pedí a la estilista, expresamente, que realizara en la cabellera de mi prometida el peinado de Adele que tiene en el video de Rolling in the deep. Así sería lo más cercano que estaría feliz mi alma de casarnos.

domingo, 21 de abril de 2013

SAL DE ALMÍBAR




Sal de almíbar tiene su voz
que el viento escribe hacia el horizonte
y me escucha
me habla
los pensamientos.
Souvenirs de su piel férrica
coloreados en verde mate
cantan las diferencias
en el peso de una tecla
sostenida
por su mano.
Por la calle mezcla su melodía
hasta silenciar coches y transeúntes:
Vino a conocer la magia de su misterio
observándola como a un espejo:
Y su silencio es infinito
no hay distancia que la detenga
ni edades que la numeren.
Puede desaparecer multitudes
al igual que convocarlas:

Sal de almíbar:
habla con las manos.



viernes, 29 de marzo de 2013

extracto de "La casa a mitad del camino"



Toda la temporada de Friends estaba en tu estante, colocaste un DVD al azar y tras pulsar unos cuantos comandos fuiste al baño y por un vaso con jugo de naranja. Desde la cocina escuchaste el tunturu-rutu-tu-tun-tun, tunturu-rutu-tu-tun-tun. De inmediato te congelabas. El diploma de detective desapareció de la pared, los músculos se pegaron al cuerpo para dar la apariencia de un enclenque, la sala de estar ahora era tu alcoba pintarrajeada con frases en las paredes, los aparatos de ortodoncia volvieron a tu boca, en lugar de tener pendiente la revisión de las fotografías de sospechosos sobre la mesa tenías en mente la tarea de Geografía; la que no harías; y sobre tu alma escurrió una melancolía perteneciente a otro ser, uno que hace tres lustros dejaste dentro de una fotografía. Al instante también recordabas que de todas las mujeres que ese mes habías visto; entre tanto; ninguna mencionó a Phoebe, ni aRoss, ni a Joey, que incluso ni oyeron su How are you doing? Aquello era en verdad morir, encontrase con otro mundo desconocido donde no cabían tus alegrías, placeres, recuerdos.
-Lo que soy excede el presente.
Dejamos intacta la bebida sobre el mueble de televisión. Los diálogos que alcanzaste a enroscar en el oído se tornaron en una conversación familiar, mas no le pusimos atención. La edad nos llegaba desde todos los flancos, desde la retaguardia, hasta hacer que la bayoneta se deslizara desde el fusil hasta el estómago: el vacío no podía llenarse con jugo el naranja, sino con alguna de esas personas que en tu adolescencia hubieron visto dicha serie.

jueves, 28 de marzo de 2013

HE DE MORIR BEBIENDO-TÉ (extracto: "Cansado de despertar")


He de morir bebiendo-té
alzando al humo las plegarias
agotadas hasta los huesos
de resentir tu frialdad.

Planto lunas en los cambios de estación
y los rieles siguen esperando
boletos y dulces en tu bolso
para llevarnos hasta la muerte.

Generaciones nos soñarán
sin que ninguna nos pertenezca.

Aquí parto el idilio marinero
adentrándome en la niebla
donde olas crecen
rompen mis rostros
y regresan
al puerto Doblado
con Manuel
una reja de casa rosa





mas un retrato por mi mano dibujado.

Cerrojos.
                            No hay cerrojos
sino:
Cerrar los ojos.

Vestigia Dominari

 Bienvenida sea la primavera! Se acerca un eclipse y la parsimonia en los eventos se ve en armonía. Hace 20 años (el tiempo nos ha invadido ...