ANTES DE ANOCHECER…
Estábamos sentados frente al monitor,
¿lo recuerdas?
Ni Kurasawa ni Yoshimoto,
ni Kawabata ni Murakami
nos distraían de observar el contorno que nos limita,
divide, retiene,
sin explicar las dimensiones en que nos determinamos.
El cloro en tu cabello le dio una apariencia que no veía
desde mediados de los noventa.
Irracional, impalpable,
transmutabas
mis memorias en un concierto de palabras.
Imposible describir las cuarentaicinco soluciones que le
encontré a tus uñas.
Hemos vivido tantas muertes que ahora somos indestructibles,
y nada hay de niños en nuestra infantería:
Como deseo que el río desfile por mi tetera
… mientras espero
el arribo de mi cuervo.
El cerezo que florece al centro del cuartel |