He de morir bebiendo-té
alzando al humo las plegarias
agotadas hasta los huesos
de resentir tu frialdad.
Planto lunas en los cambios de estación
y los rieles siguen esperando
boletos y dulces en tu bolso
para llevarnos hasta la muerte.
Generaciones nos soñarán
sin que ninguna nos pertenezca.
Aquí parto el idilio marinero
adentrándome en la niebla
donde olas crecen
rompen mis rostros
y regresan
al puerto Doblado
con Manuel
una reja de casa rosa
Cerrojos.
No hay cerrojos
sino:
Cerrar los ojos.
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