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Mostrando entradas de mayo, 2011
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Aquí las piedras caminan por los ríos no por encima del agua, ni por el fondo, van oscilando entre su cuerpo como golondrinas jóvenes que esperan anidar tibias en invierno. Debe ser duplicada la escalera de minerales que baja, hondo para rodar la flama de tu vida, pues acomoda su brillo de abajo -tan profundo como tu mirar- hacia el universo de mi mundo. Cerca de aquí, rodeado de plantas vivas desciende la cantera con sus gotas de lluvia, esperando que grabe el agua las palabras dichas antes de conocernos. Se va recargando mi canto en este medio día de mayo, y busco enfriar el continuo luto que me absorbe cada instante de no tenerte cuando te necesito. Había emigrado como paloma oscura el desterrado sueño que cuida mis secretos, pero apareció sin anunciarlo la bruma, el aliento del lago que de noche despierta para fabricar tu silueta transparente y fue entonces que pude descansar del largo, lento, aroma mortuorio que me sirve de cobijo en el día.
Es extraño hacer esto. Pero es preciso realizarlo. No sé de qué seas, cómo te formaste, si el perímetro que te rodea limita las moléculas que te componen, o es un dibujo que contrasta con mis sueños al despertar. Casi siempre apareces de noche, en silencio; y así te vas, tan de repente que no logro darme cuenta que estuviste conmigo. Pero por poco pierdo lo que no ha iniciado, y casi entras al rincón que me espera... Letra a letra, caracter por caracter, comentaste en un murmullo de río inquieto que la cartita se escribía una noche en que sanaste el dolor y le pusiste alegría al chocolate... De todo lo que esperaba escribir, no recuerdo más que una cosa: Sólo quiero decir que ya no te acerques a la puerta.

mujer de nieve

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Te he visto barrer las hojas de las pasadas estaciones, el agua trasparente de tu puerta al mundo ausente y distraída como si esperaras reunirte pronto con el hijo perdido, y en perpetuo vaivén ondea al viento tu corona oscura, la iluminada juventud en tus cabellos recogidos por una mano que no conoce sino labores y tierra, agua y frío ternura y silencio, hasta que vuelva a verte. II Tu rostro hacia la calle es emblema de mis viernes, o alguno que otro día, que he dormido hasta tarde. Pude percibir la refracción de luz que galopaba el valle entre lunares, incansable en su camino mojado de fatiga, aspirando el tenue matiz que tienes los días por la tarde, cuando trabajas y tocas mi brazo para avisar tu llegada. Esperé de nueve a once la hora desubicada, fui con los amantes de la tristeza a reunir silencio a palabra, para decirte: Quiero ser contigo los rumores de la mañana.