
Aquí las piedras caminan por los ríos no por encima del agua, ni por el fondo, van oscilando entre su cuerpo como golondrinas jóvenes que esperan anidar tibias en invierno. Debe ser duplicada la escalera de minerales que baja, hondo para rodar la flama de tu vida, pues acomoda su brillo de abajo -tan profundo como tu mirar- hacia el universo de mi mundo. Cerca de aquí, rodeado de plantas vivas desciende la cantera con sus gotas de lluvia, esperando que grabe el agua las palabras dichas antes de conocernos. Se va recargando mi canto en este medio día de mayo, y busco enfriar el continuo luto que me absorbe cada instante de no tenerte cuando te necesito. Había emigrado como paloma oscura el desterrado sueño que cuida mis secretos, pero apareció sin anunciarlo la bruma, el aliento del lago que de noche despierta para fabricar tu silueta transparente y fue entonces que pude descansar del largo, lento, aroma mortuorio que me sirve de cobijo en el día.