Dentro de incienso
tu boca taciturna
inauguró el acercamiento,
que en termos tristes,
cando alba se escondía
besé tu frente y orilla
sombras de aquel verano encobijado
donde vernos
era pleitesía del encuentro
y cuando el hijo inaugurado
de noche nos nombraba:
Vuela y va en el agua
que horchata enciende
insomnios postreros
un cóctel de mar
e inicios de año
donde tus descubrimientos me encontraron.
Voy y te veo sonrosada,
amarga y cautiva:
De mis besos no podrás desprenderte.
Ahora, como la mañana
inauguré en tu piel el testigo
de todas las noches conjuntas,
y, en sagrario
las voces escritas nos aguardan:
Será en la muerte donde recordemos
el sanguinario ajuar de la usencia
donde peregrinamos confundidos
la metáfora que eco y fuego sembraron.
Tu hermana duerme y padres callan,
hoy el eclipse nos reúne
vamos a besarnos:
A intemperie
nadie puede descubrirnos.
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