MAR Y NIEBLA 27 Mayo 2011



No nos hemos visto, es cierto,

Pero vivo contigo innumerables vivencias

que no se comparan a las que tengo

con quien dice conocerme.


Hay horas cargadas de melancolía

que se presentan en los recintos de mi hogar,

fuera de casa, en los jardines, en los estrechas

calles de ruido, por las aceras de piedra,

y cuando me siento en silencio a escuchar

tu voz escondida en el Viento del Sur.


Hay horas colmadas de duelo.

De esas pocas veces hablo

pues ya me acostumbré al dolor

y para mí es la piel del cuerpo.


Hay horas livianas donde siento desvanecer

las cosas ruines que perpetuo hago,

y creo que es cuando; en ese momento;

en mi poder construyo lo inexistente,

viajo bajo el océano, caminando

sobre las huellas de monstruos extintos

y poso mis manos en los cabellos negros

de aquella mujer que no está conmigo.

Su cabello se vuelve blanco

con tonalidades violetas y rubias,

terrestres e incendiarias

consumiéndose en cenizas que vuelan conmigo.


Hay horas cargadas de angustia

que me visita sin anunciarlo ni tocar

la puerta oscura donde voy a dormir.

Se presentan alegres, gritando efusivas.

En esos instantes voy a los árboles

corriendo de uno a otro sin alcanzar a ninguno,

decapito un compañero de vida y bebo de él,

o de ella, hasta aprenderme su nombre.

También cierro los ojos y finjo dormir,

soñar en los días que ella vino a servir

murmullos nocturnos en mi oído,

coloreado su canto con dichas para mí.


Pero de esas horas no hay domicilio. 

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