21 Diciembre 2012
Luna
creciente que en mi estanque
resbala
oscila
mantiene
el licor
y
condensa
mis
latitudes esparcidas en besos ajenos.
He
leído tus sabores, tristeza
de
Georgia a Singapur
en
Guadalajara y La Constancia
en
Tres Molinos e Ignacio Ramírez
y
mi herida crecía al volver
a
indagar
sobre
las sábanas descocidas en el suelo:
Fue
mi almohada quien retuvo la embriaguez
posterior
a
tu brillo efímero
donde
consumimos libertad enclaustrados.
Ahora,
tristeza, nos olvidamos del corazón hasta el hígado
sin
desvanecer la toxicidad de nuestra ausencia;
porque
pudiste ser real
en
mi ficción
y
parecía andar cerca la soledad
a
tu lado
entre
nosotros
susurrando
la eterna búsqueda de lo inasible
oculto
entre mis brazos.
Hay
un sismo cuando falseas tu llanto, tristeza
la
luna se llena como mi vaso se divide
y
caen
ruedan
caen
y
ruedan
los
témpanos en rostros
y
el sudor en el colchón:
Es
tiempo de anunciar una metáfora
donde
pierdan razón los científicos y alquimistas,
los
curas y los corredores
las
amas de casa el mesero de afuera;
en
realidad nada importa…
nada…
la
luna mengua dentro de mi vaso
y
vuelvo a rellenarlo hasta el borde.
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