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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Con Amy (antes que muriera)

En la azotea estuvimos siendo, jugando, a ser quienes seríamos y los que algún día, décadas atrás, dejamos de ser, y, avanzada la oscuridad mas no la noche, sólo hablamos, solos, alejados de las personas del otro lado de la costa y los exilios; estábamos a salvo de el presente de ese pasado, sin saber que nuevos misterios acechaban tras la esquina: no importaba, incluso ahora no importa, bajaríamos esas escaleras de caracol para enfrentarlos, matarlos, o hacerlos nuestros cómplices. M. R.

Espérame en Octubre

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Esa mañana antes del alba la niebla se dibujaba informe sobre el horizonte pálido, y, al flotar sobre la yerba tupida en la colina, el rocío se fue formando de poco en poco, y de tanto en tanto ascendía la corona real del día. Sintió un movimiento telúrico en la espalda, pero el sinuoso desbalance que se había solidificado en su ser tuvo por epicentro al sonido que nació en el celular. En lugar de transferir la atención a él, lo retuve en la conversación de las horas previas, las que sirvieron para sembrar el sueño en laudes laxos: -¿Buen día? -No, todavía es noche. -Donde nace la inmortalidad. -O cuando palpita la oscuridad en mis instantes- escribió-. Creo también los tuyos. -También. “Es una palabra hermosa. También . Tan, bien”, pensaba, rodeado por distancias y ausencias adscritas a esa conversación y sentir. “Otro otoño. También. Otro sueño, otra muerte, otro sollozo, también. ¿Qué importa lo que traiga la ambición? También. Puede ser una palabra agradable s...