CERO VARO (cap I)

I Nos quedamos mucho rato mudos, en medio del murmullo de una conversación en el departamento de enfrente, los mariachis en la colina trasera, las ramas del naranjo movidas por el viento, y la motobomba que para esa hora, puntual, empezaba a subir el agua a los tinacos desde la cisterna. La película en la computadora iba por la parte donde el protagonista va convenciéndose que la dama que conoció en el inicio sería la del resto de la película, porque no puedo afirmar que de toda la vida. Ese invisible impulso por fumar me invadía de a poco, hasta que resolví abrir la cajetilla y bajar a encender los dos restantes cigarros que sobrevivieron de la noche anterior. Ella, en cambio, permanecía inmóvil en el mismo sitio, contemplando el trece y catorce pegados a las puertas correspondientes. Juan no estaba, por lo que deduje que los doscientos pesos que le debía a Yarib tenían el mismo estatus. Al momento también vino a mi memoria, entrelazada, sobrepuesta, la noche de lunes ...