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Mostrando entradas de junio, 2010

EN SOLEDAD

¿Es posible saber lo que una persona piensa cuando se piensa en esa persona? Dice la mente de ayer que silencio y pregunta van de la mano. Prometo encontrar la respuesta con un sonido, una canción, o esa pequeña palabra indestructible. De la eterna. Crece la sombra frente a mis ojos, como la película de anoche. De pronto entro lejos, y amo la noche, en oscuridad. Erra mi espíritu dentro del cuerpo. Crece agonía en el pecho. Mas el segundo espera la canción, la melodía suave de su voz. Permito decir: lo siento, pero el corazón se rompe. Esta escrito bajo el mar con oleajes del pasado. Ahora duerme, ahora sueña ahora brilla en la herida. Promesas dichas sin mentiras. Ahora juega que las palabras fueron de otra. ¿Cómo adivinar si el día y la noche van en recuerdos noche y día? Responde el trinar de pájaros nocturnos y murmullos. Todo yace en la penumbra, como si hubiera nacido entre grillos, cual sombra de oscuridad. Vuela con alas extensas sobre el mundo, recorre inquieto los deseos. Yo,...
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The sorrow came, empty, invisible like the tomorrow. I come back to weep, with a little glance of shiny sleep. The law of Lawson’s, the lost son found in the hollow, blended in the cloudy of the morning, one day of September. The silence say: no more, what can I answer to them? Gone, the moment it’s gone, crying instill in the glance, lonely sight of the over, living forever. Tell me the secret of your heart, something is eating my curiosity forgetting the moonlight, instead to remember, I have to keep it in the dark with a spread of agony, to dilute in a second. Arrive the memories, remembering me the past and the bleeding, letting my need of six months, of a picture and a woman. A child sees me, stand over my two feet, without end, I have to pretend that it´s okay. Can you hear my voice? I can’t, just whisper a rumor of a electric feel, that gives me a tinny hand. Drink my wine, red, purple and invisible: is just the laugh in a big bottle.

CUERPO DE FUEGO

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Y es el silencio lo que me envuelve, tan claro que perturba, tan largo que no lo veo en sus límites; es tan espeso como la niebla matutina del invierno. Su origen lo desconozco, así como el día que aprendí a perder los significados de las estaciones. La vida, el latir, el aroma de la ropa que uso y de mi cama, esos lentos respiros mientras camino, todo me recuerda que no soy lo que solía ser, que me convierto en lo que desconozco y que la transfiguración tiene facturas elevadas. Miro arriba y veo las estrellas. Sé que el viento sobre mi rostro no moverá sus cuerpos, ni estrujará los sitios de sus cimientos. Ahora espero que ella despierte, que acercando la vista por la ventana, después de descorrer las cortinas, pueda darme un saludo en su mirada de asombro. Hay tres formas de que me vea. La primera es por la ventana de su cuarto. La otra, por la ventana de la alcoba de su hermano; pero la que más estremecedora me parece es la tercera: abrir la puerta y mostrar su cuerpo soñoliento, en...