sábado, 1 de septiembre de 2012

LUZ APAGADA



Eras una niña cuando apenas te descubría.

Te aprendí al ser todos los verbos.

De mi boca despertabas en presencia de las otras, bocas,
y no había otra sombra que tu hueco.

El espacio entre las plantas dio fruto en el desierto
que se extendía en todas mis latitudes.

Insistimos en permanecer y perecimos al comprender
que la minuta del santuario era unirnos.

Ponle un nombre a mi retrato y una vela al fallecido
sentir, querer, amar sin ataduras.

Fuego, lumbre, llama, chispa;
cada palabra dicha se consume.

Cabellos de ocaso

  Se quebró la ventana y, de tarde, entre el humo y alondras, se alejaba el ocaso tras tu cabello, iniciando siluetas advirtiendo fo...