-Más whisky y
menos hielo, por favor- dijo el otro hombre mientras se preguntaban los dos si
la llamada del número desconocido era de Valentina. La habían conocido tres
días antes gracias a una mentira.
“Si tan sólo
un fragmento pudiera conservar…”, enunciaba de fondo el cantante de Moenia en
el estéreo del local de café.
-¿Quién sería?
-No sé, we,
pero ya lleva días marcando. Oye, creo que ya tengo novia.
Mauricio rió
antes de mencionar: Si dices creo, ha
de ser ella. ¿Cómo estuvo?
-Es que ayer
en la peda…- Mauricio volvió a interrumpirlo con otra carcajada.
Después
apareció Sexo pudor y lágrimas, y eso terminó de sellar la tarde con la
melancolía de sentir que la amistad permanece en la lejanía de mencionar un
recuerdo y describir las novedades acontecidas en veintidós horas. Tararearon
el estribillo.
En su camino a
casa todo era Nothing else matters, con Apocalyptica, consonando su sentir,
su estar, su ser, todo calibrado para esa hora.