-¿Oyes
cómo las gotas golpean el vidrio?
-Me
gusta-. Vestido por completo, acercó una mano a ella sobre su cabello rubio.
-No
has comentado nada de mi nariz-. André siguió contemplando hacia el frente y
Collins dijo-: Te lo agradezco.
-¿Cuándo
pasó?
-Me
operé un año después de vernos por última vez.
Sin
embargo él ya había notado que la nariz aguileña fue sustituida por una más
recta y bella.
-Ah…
-André,
¿porqué siempre te quedas ido?- añadía tras un silencio largo.
-¿De
qué hablas?
-De
repente es como si tu mente se fuera de la habitación donde se encuentra tu
cuerpo. Es algo que sólo en ti he visto. No te preocupes, ya me acostumbré
desde que estuve en tu casa… sin ese lapsus desconfiaría de ti, de que seas el
mismo.
-Supongo
que a veces me pasa.
-Pero…
¿Porqué?
Mas
André no supo qué responder. Sentía que ella era honesta, que hablaba de una
situación a la que ya se había aclimatado pero que desconocía su procedencia.
-Violeta,
así déjalo… Oye… prefiero el Lago de los
cisnes, a El Cascanueces.
-No
sé tanto de música clásica. Quien me lo inculcó solía beber oyendo eso, y… no
sé, es agradable, me solía contar lo que le venía a la mente, sus
imaginaciones… y pues se me quedó. Son de esas cosas que a uno se le pegan y
sigue haciendo como para recordar a las personas que se lo enseñaron.
-Como
el vino español…
-Sí…
Ahora, por inercia, suelo poner un disco así antes de dormir o cuando bebo, y tú eres sinónimo de ambos verbos.
-¿Dormir?
-Más
bien beber y la cama.
Sin
preámbulo rieron en un sostenido toque de violines que se dejó escuchar proveniente
del estéreo.
-Me
gusta cómo hablas ahora…
-Lo
sé, ya no más asegunes o dijistes.
-Oye,
¿esta casa es tuya o de tu…?
-Amor, como bien me enseñaste, eso de
casada, novia, querida, no es algo a lo que le dé importancia, si no a si es
compañero de vida, o no. Así que… Mira, esto que ves, lo que llamas mi casa, lo he logrado de poco a poco y
aún me falta. No siempre seré joven y hermosa.
“Un
hombre puede tener riqueza, poder y valor, tanto como a una mujer le pertenece
su belleza y astucia- pensaba André-. Cada uno de ellos sabe que lo perderá, o
al menos, disminuirá en gran medida con el tiempo, por eso tratan de retenerlos
a toda costa”.
Luego
expresó:
-¿Conoces
una pintura llamada Mujer…?
-Fértil...
Sé cuál es... ¿Por qué lo preguntas, André?
-Pertenece
a un cliente, y él la compró a tu amigo diseñador de modas, Lupercio Machado.
-Entiendo
ahora. Por eso fuiste a conocerlo a su evento… Digamos que no es mi amigo
amigo; más bien es cliente.
-Ya
que no pudiste conseguirme un pase, tengo que abordarlo en cuanto salga de ahí.
-Lo
siento, Amor.
-¿Sabes
dónde la adquirió?