Mario
observó el caminar de André acercándose al Templo Expiatorio como un turista;
el casco se quedó en la Ducati. Bajaba del Chevy con la edición de El Universal
enrollado en su mano para luego permanecer de pie, leyendo, a diez metros de él. Lovedy
expulsó humo de sus labios realizando una seña para que se acercara lo
suficiente como para aventar la colilla del cigarro.
-Mario-
sin verlo, pero con el volumen propio para que el espacio que los distanciaba
fuera cruzado por la voz-. Es la 1:00 pm.
Ahí adentro veré al contacto en unas horas. Vigila los movimientos. Iré a dar
una vuelta.
Asintiendo,
el compañero del detective fue a sentarse en la fuente circular al centro de la
plaza adyacente. André se perdía entre los transeúntes, quitándose la chamarra
de piel y poniéndola en su mochila. Cambió las rolas en los auriculares por el
álbum Morning Glory. Al montar sobre
la motocicleta le parecía reconocer irritación por la tranquilidad sosa de la
letra, así que buscó en el Ericsson hasta que Smashing young man le devolvió la calma. “Eso se oye bien”, pensó,
para pronto fijarse que el tono se interrumpía.
-Quiubo.
-Lovedy,
soy Esteban.
-¿Qué
pedo, men?
-¿Cómo
has estado?
-Igual
que siempre. ¿Qué plan?
-Es
auténtico. Ya consulté todas las referencias y te doy mi palabra de que tienes
una buena inversión.
-Perfecto.
Luego te marco para pasar por él.
-Sirve
que termino de explicarte la teoría en la técnica de Van Gogh.
-Mejor
consígueme el cuadro que tenías en el monitor de tu compu.
-¿Cuál
sería?
-Había
un hombre bailando tango, y luce como si estuviera lloviendo.
-Debe
ser una sincronización del destino, mi buen. Se titula: In
the hands of passion.
-¡Oh!
Perfetto- he hizo un ademán donde las
puntas de sus dedos unidos en la mano derecha fueron de su boca al aire en una
expansión tras simular un beso-. ¿Seguro?
-Sí.
Y digo sincronización porque es de André
Kohn.
-¡No
mames, caon!
-En
serio. Un figurativista impresionista. Sus cuadros tienen el efecto bajo la
lluvia, y su talento usa mucho el rojo…- al instante Lovedy pensó en sangre.
-Bueno
bueno. Luego me dices bien y vemos si es el mismo cuadro.
-Si
es, no creo que esté en venta. Igual te consigo una réplica.
-Sale.
Ahí estamos- y colgó. Tras encender la Monster 600 enfiló por López Cotilla
hacia el Este. Desconocía la facilidad con que su mundo ensombrecido por los
Ray Ban retornaba a ese color que incluso inundaba sus sueños.
-Qué
me interesa el color, madame. Sólo
deme un vestido de fiesta y un conjunto de ropa interior. Lo que importa es la
transparencia y que haga juego- dijo el hombre con el vientre prominente, acomodando
el sombrero gris de media ala encima de la calvicie.
-Está
bien- respondió la chica, de igual vientre, pero veinte años dos meses cinco
días tres horas menor y con cabello largo, en un tono que denotaba sentimientos
heridos.
-Ah,
que rico.
-¿Qué
cosa?
-El
perfume de tierra húmeda. ¿Escuchas los tambores? Es un ritual de agradecimiento
por las cosechas. Lo hacen cada año.
-¿De
qué hablas, Felicia?- era delgada, de baja estatura y parecía ser estudiante de
ciencias químicas por los lentes de montura negra cuadrados.
-Los
hippies de atrás- ante la respuesta Lovedy frunció el entrecejo.
-Ah…
-Es
hermoso-.Mas para él cualquier alusión a un grupo étnico sub urbano sin
disciplina resultaba en antipatía-. ¿Andas de excursión o por qué llevas esa
mochila?
-Algo
así. Espera; cuídame esto-,dejando la mochila en la banca se dirigió hacia el
grupo étnico sub desarrollado amigos del ecosistema come yerba que estaba a diez
metros-. Qué onda- dijo al primero que volteó-. Oye, ¿sabes dónde puedo poner
mi campera?
-No-
titubeando-. Éste es un parque-, con inseguridad colgada a sus rastas.
-¿Eres
de aquí?- la respuesta fue afirmativa, don-.
Entonces, ¿no sabes dónde puedo acampar?-, y no, en verdad no sabía, ni él con
los jirones de ropa ni los otros cinco chavos tatuados y la única chava sin
perforaciones en la ceja que le oyeron-. Osea, celebran las cosechas que
siembran en un jardín público pero no saben dónde dormir bajo los elementos...¡¿Qué
tipo de hippies son?!- alejándose;mostrando la pistola en su espalda al girar;
fue hacia la chica de minifalda testigo de la escena-. Oye, gracias por el
coche- y se colocaba la mochila.
-De
nada. Aparte pagas bien. Violeta me pidió ayudarte en todo lo que pudiera.
Mínimo me lo lavas cuando termines de usar el Chevystrón. Es el único patrimonio que puedo mover si cambio de
profesión-. Al instante Lovedy pensó en dos cosas, por un lado cuál era la
universidad donde había adquirido su título de acompañante sexual y, por el
otro, que era una Killer Queen como Violeta
Collins. “Tal vez sea similar a Mujer Luna Bella”.
-Oye,¿traes
el…?
-Obvio,
muchachón. También me advirtió que no te dejara seco. En mi bolso está el
William Lawson.
-¿Sabes qué quiero hacer?- dijo a su oído,
quitándose los lentes a la respuesta de que ni idea tenía y llevando la mano a
su pierna depilada-. Estar con mi dedo tibio en la frontera donde el cielo y el
paraíso se confunden, luego saber que en realidad no es el tacto lo que busca
ese punto, sino que mi lengua se ha preparado y va de la mano de un susurro
similar a éste. Ahí, reunidos los elementos, con libre tránsito, podría encender
el paraíso hasta que nadie reconociera bajo las sombras a qué cuerpo pertenece
cada aliento.