jueves, 28 de octubre de 2010

HOY...


Hoy no es el día que fue ayer.
Esta tarde nuestros cuerpos, separados
no pudieron sumergirse bajo las olas.
Tu cabello y tu mirada
temblando sobre los muslos.
Mi dolor y mi perdición
entre tus labios y tus manos.
Lo ilegal queda para mañana,
hoy ocúpate de sentir la altura bajo los pies.

Una lancha a la orilla
espera remendar su cuerpo herido,
quiere una vela para la oscuridad en que duerme.
Sé sus sueños, son los míos,
son aquellos muertos con flores,
son los pétalos marchitos.

Pienso que sobre ti he de morir,
he de encontrar el cuerpo perdido.
No hay razón que conozca
porqué dos personas se unen sin conocerse.

Hoy no es ni será ayer.
Se ha ido la noche a sembrar galaxias;
la luna la guía, como lámpara de luciérnagas.
No sé nada, no sé ni el día que es,
sólo pienso que entre árboles,
y cielos sin soles,
desconocidos se abrazan y se pierden.

*****

Alquilé la luna por esta noche;
puedes desperdiciar su brillo sobre el lago.

La niebla en mi camino me impide
ver los límites de tu cuerpo.

Para qué pelear ésta batalla
si hemos perdido la ropa y la memoria.

Éstas estrellas vieron lo prohibido,
no tengas miedo de contarles tus secretos.

Un cielo de noche para nosotros;
nosotros de noche hacemos el cielo.

Me muestras el inicio de la distancia,
mientras aprendo a perder la cabeza.

Dos botones inquietos se tambalean
como campanas de otoño al frío.

Gracias por tus manos y tu boca;
infinitas gracias por lo que hicieron.
35

lunes, 4 de octubre de 2010

Serie UMBRAL, número 32



Por cada gota de alcohol y lluvia
se humedece tu sexo en mi boca.
Hay algo de botella en tu cuerpo,
como todas las nubes tienen tu pelo.
Llovizna por mi piel la pasión vibrante.
Un momento arriba; un instante abajo,
luego descanso al lado del fluido.

Mosaicos por sábanas; silencio de cobijo;
charco por lecho tibio
y el suelo vestido de nosotros.
Ebrio de ti, te has vaciado en mí.

Por cada lengua que pasó tu cuerpo
ahora tengo la boca salada
en la dulce embriaguez de lo hecho.
Quiero elogiarte y es preciso
decir que faltaron palabras.
Acaricio el cáliz de tu vientre
y me gusta que sea limpio, suave
sin vides ni follaje…
(¿Hace falta ser conciso?)

El trueno es de tu boca
y detengo el sonido en mis labios.
Una parte de mí ansía tus relámpagos.
Tienes las noches cerradas en los ojos;
el huracán del golfo llevó tu nombre;
mi mano busca un vaso con agua
porque ahora estoy más seco que antes.

Si has de partir pronto, vete;
déjame los escombros, el día,
que yo me ocupo de enterrarlos.
Vendrá el muelle a esperar por sentarnos,
contar monedas y arrojar niños en el lago.
Pero si te quedas, vierte de tu sexo a la copa,
mira la oscuridad sobre tus uñas blancas
mientras mis dedos sostienen tu cuello fino.

II

Cosechamos torrentes de alcohol la noche anterior.
Aspiro tu sexo con mis labios
en calladas gotas de lluvia por la cabeza,
y siento tu aroma de tierra mojada.
Inclinado en la hora de niebla
no tengo dónde ir pero sé que te vas.
El vestido floreado en un alma sin forma
anuncia mi partida dentro de tu cuerpo.
Habré de beber el instante infinito
a sorbos pequeños como tu lunar del pecho.
Cae el humo que huele a ti de tarde.
Racimos de tinta manchan la memoria,
coloran la terrosa laguna de tu fertilidad.
Sé que debió ser ayer cuando estuvimos
cerca de ser uno de dos.




III

Marioneta repentina con hilos de lluvia
nadie nadó en la arena como tú.
A dónde vas si no hay río
ni ciudad, ni lago de vino.
Sólo el alcohol herido conoce el nombre de tu sabor.

Cualquier nido me sirve de copa,
en ella planto mis pájaros tristes.
La fisura en la orilla tiene tus huellas;
se dirigen al sur en un barco de llanto.
Evasiva me buscas en el cristal
que refleja la vida que llevo.
En tu tobillo de bruma recuerdo
al viscoso día, al delgado murmullo.
Fueron cómplices de tu lejanía,
te vi con ellos reír bebiendo.
Triste; hondo como sueño;
me has dejado tendido al lecho.

IV

Hacer contigo lo que con nadie,
ha sido el tiempo detenido en el aire.
Llevas las estrellas por corona,
y mi corazón evoca constelaciones tristes.
Por cada lágrima quebrada
suelo beber las noches mojadas;
suelo dormir debajo de la lluvia
y suelo construir el mundo para dártelo.

Detén tu furia en la represa
que sabré abrir las compuertas al vacío.
Me acostumbro a la derrotada soledad;
mi amante y compañera,
mi húmeda mensajera.





V

Descorcho mi alma, te doy de beber
angustia y melancólica errante.
Sabes cómo soy, de qué estoy hecho:
Polvo de marfil y humo de alcohol;
cenizas de sueños y estrella apagada.
Soy la resaca en oleajes
y un suspiro detrás de la lengua.
Me verás en un rincón oscuro,
bajo la sombra madre.

Extracto Mar y Niebla

  Por entre las nubes vaga un beso de tu boca dulce y enamorada. Mi lengua pide un poco de rocío, de lluvia; pide toda la miel desde t...