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LADRÓN
DEL TIEMPO
Descalzo
por la casa ando,
tropiezo
con la ropa, las maletas y los zapatos.
Somos
los únicos muebles que van con tu aroma.
Aún
nos quedan las cartas, aún nos quedan los olvidos.
¿Quién
robará aún estas horas?
Veo
desnuda la planta del pie derecho
sucio
del polvo de aquel perfume tuyo.
Es
una madrugada, de un mes impar, de un jueves.
¿Quién
robara aún estas horas?
Poco
falta para ver el amanecer
no
con mis ojos, sino con los de otros.
Ellos
verán el camino en tu partir
y
antes que llegues, sabré que no vienes.
¿Quién
robará aún estas horas?
Es
hora de dormir cuando el sol bosteza su luz;
ir
al suelo que tengo por cama
cobijado
por el frío y la lluvia
en
mi cuerpo de ladrón del tiempo.
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¿QUÉ FALTA?
Qué falta en el cuadro,
sino el color de tu andar.
Qué hace juego con la vajilla,
sino tus manos para sentirla.
Qué horario no marca mañana el reloj,
sino tu palpitar lento al partir.
Qué tapiz cubrirá los sillones,
sino tu piel y la mía, tendidas ahí.
Qué sonidos encierra el estéreo y las bocinas,
sino tu voz a lo lejos cuando se va.
Qué imagen tendrá el televisor,
sino cada cabello, cada célula de ti.
Qué libros leerán las visitas,
sino tu colección de historietas.
Que luz alumbrará por la noche la alcoba,
sino el brillo de tu sonrisa encerrada en los labios.
Qué besos tendrá tu boca,
sino los tuyos que regalas; no serán míos.
Qué lugar tendrá un rincón para mí,
sino el mismo en lo solo, lo solitario del encierro.
LÁMPARA
Llevo mi lámpara de luciérnagas.
Titilan como estrellas.
Y así, en su artificio, puedo verte en mi recuerdo.
Fue en una mañana, hace más que mucho tiempo.
Te vi de donde no me mirabas,
y cerré los ojos para ver más claro.
Pude robar tu imagen y guardarla en el bolsillo,
junto a una moneda sin rostro, junto a una pluma sin tinta.
Asombrado en tu sorpresa, la vista no falló en encontrarte.
Eras tú y eras ella, esa que busco ahora de noche.
Aquella que viene y va, entra en el sueño, sin saber que es el mío.
Eras tú, no era fantasía, ahí te vi de costado.
Una mañana, como una tarde sin fondo, te vi,
toqué tu imagen, aspiré el perfume de tus colores,
sentí el brillo de los profundos ojos que no me vieron.
Mi vista buscó la tuya, y tu mirar huyó en un vuelo.
Con un arco seguí tu huella, encontrando un muro de silencio.
Creció la distancia, la medida, el grosor del vacío,
y ese mirar se perdió, se fue con el mañana.
Hace falta cortar el tiempo a pedazos grandes
para saber que te vi hace más que mucho tiempo.
Las luces no brillan más, y agito mi lámpara violento
sólo para ver, que estoy solo,
solo y sólo con mil insectos muertos.
SERLO
También he querido ver lo que ves
y ser, tal vez, eso que quieres.
A veces trato de encontrar lo que buscas,
ponérmelo y verte, citarnos en un parque.
Eso no llega ni viene mañana
porque se fue ayer.
Muy corto me ha quedado tu silencio
y no escucho lo largo que grito.
Puedo ser aquel que te besa
el que te engaña, el que visita tu casa.
Puedo ser el que va a tu trabajo
que lleve flores violetas al cine
y aguarda que entres en casa a dormir.
Puedo serlo y quiero serlo,
y estoy en busca,
porque aguardándote voy, infinito
detrás de la mujer que abrazo, que beso
que engaño, que dejo en su casa
para que se vaya a dormir.
QUIERO DECIRTE
Quiero decirte que:
Un mendigo me dio un cheque en blanco del banco Alegría.
Venden whisky bajo receta.
El hotel con baños públicos está en un fraccionamiento privado.
La anciana corre a cada parquímetro, mete monedas de plata
y espera en un jardín a que la muerte no la multe.
He querido decirte también:
Hay cosas que dejaste al destino y se las robó el tiempo.
Tuvo cinco gatos un perro.
Y el mulato ciego me confió que era un arcoíris en el cielo
lo que provocaba calor durante la noche.
Hay tanto por decir,
que la calavera del silencio muestra señales de vida.
Te lo regreso en su nacer,
para que me contestes la pregunta que no te hice.
Hay veces que la razón no alcanza la oportunidad
y muere en el camino en que la voluntad lo dejó,
trabajando después en Locura,
maquinando una producción infinita en las mentes,
en los recuerdos, con las fotografías como aditivo.
Me han dicho que te vieron subir en un avión.
Según mi fuente portabas salvavidas,
una brújula, zapatos deportivos,
y un boleto de autobús.
Hay que pertenecer a cierta raza para comprender
que todos somos iguales.
(Por qué te fuiste si nunca estuviste conmigo.)
Mira que Will jugaba con la voluntad
como yo hago al llorar a carcajadas.
Aprendí de ti que el tiempo es la invención graciosa del hombre,
y que las mujeres lo usan para maquillarse.
Me preguntan por qué estoy soltero.
Suelo contestarles con la verdad,
que me he comprometido con Soledad y su boca pequeña.
Hay días que las palabras no quieren salir,
casi siempre es porque no llueve.
Hay un año bisiesto, tres horas, dos meses y cinco llamadas perdidas
entre tu voz y la última vez que te vi.
Son suficientes para saber que vendrás pronto
así podré decirte todo esto y lo que me preguntes.
II
A las puertas de lo imposible pellizco el misterio.
Estuve a punto de subirme en el tonel,
cuando la voz estremeció el viento;
el chofer me pidió la tarifa:
dos monedas en cada ojo.
Tu mano agitó mi corazón, pero la vida dijo adiós a mi cuerpo.
PALABRAS
Hay palabras que dicen expresar sensaciones.
Hablan mis emociones. No entiendo el significado.
Ayer dijiste gracias por las cartas.
Fueron palabras, palabras, palabras.
Eran letras incomprensibles en lengua muerta.
¿Qué es una carta escrita en la soledad de la noche?
¿Será verdad lo que te dije y no recuerdo?
Dame gracias por no haber sucumbido,
luego dime que sí, que han llegado a ti.
Pero en el fondo, quiero ver tu cara en mi buzón.
No quiero palabras, palabras, palabras.
Letras más letras menos, una lágrima contiene la vida
como un beso contiene el universo.
Agradeciste los detalles que tuve contigo.
¿Cuáles, las llamadas, las pinturas, las películas y conciertos?
¿Serán las infinitas horas que angustia y dolor van en mi pecho?
Aprecias que te dedique tiempo en escribirte esto o aquello.
Son palabras, palabras, palabras.
Seamos sinceros, muero por dentro mientras tú lees esto.
NO SE CULPE AL ALCOHOL
Quiero
desbaratarte como un juguete.
Jugar a ser tu
dueño.
Como un niño
mirando por la ventana,
en la tristeza
que me acompaña,
llueve por fuera
de casa
y salgo a
brincar en los charcos.
El barco de
papel nos espera.
Más que a ti a
mí en la soledad,
para partir en
un viaje, caer en los remolinos
y evadir las
alcantarillas.
Más que a ellas,
es a ti a quien evado.
Porque hubo un
tiempo en que te tuve
tranquila como
un sueño,
tendida sobre el
pasto cerca de mis brazos.
Pero no te
abracé, y desde entonces me escondo.
Infinitas y
taciturnas se ven las gotas frente a mis ojos.
No es la lluvia,
sino aquello que no digo.
El niño de la
ventana me ve del otro lado del tiempo.
Es hora de
partir, subir al barco y huir de ti.
Jugar contigo a
desbaratarte, sería dispersar las piezas,
hundirlas en
naufragio.
No quiero
interrumpir lo que hablas, ni tampoco destruirte.
No quiero ser
jugador y juguete.
No quiero; eso
es todo.
Parto esta noche
del puerto Sauvignon,
he borrado el
destino de la bitácora.
Cuando me
encuentren ahogado me gustaría decirles:
No se culpe al
alcohol, él no tuvo la culpa.
TRES
SILENCIOS
Son
tres silencios. Silencios.
Persevero
en nutrirme de ellos.
Beber
de ellos, de su tempestad.
Mi
voz acarició el paisaje,
y
dije que en ese día no te vería,
ni
llamaría por teléfono.
Pasaron
dos, tres, cinco horas.
Las
horas fueron segundos,
y
el índice marcó tu número.
Son
tres silencios. Silencios.
Persevero
en nutrirme de ellos.
Beber
de ellos, de su tempestad.
No
contestaste. Teléfono.
Más
que acercarte te aleja,
con
ese sentimiento que parece propio.
Conforme
la botella de olvido
descorcho
y sirvo en mi copa,
tu
nombre recorre la habitación.
Espero
el término de la canción.
No
tarareos ni melodías.
No
más pronunciar tu nombre.
Violento
repique. Silencio.
Teléfono.
Silencio.
Olvido
líquido dentro de mi copa.
ERA
Era la noche, de
un día, que pudo haber sido hoy.
Fue un instante
en que corté las mangas,
el cuello, y los
botones de mi camisa.
Era la mujer, de
un hombre, que pudo haber sido yo.
Quise que fuera
mía en la habitación,
en la cocina, y
en la sala de mi casa.
Era la radio, de
un hogar, que pudo haber sido de ella.
La casa roja en
que duermo oigo locutores,
canciones, y las
dedicatorias de adolecentes.
Era un joven,
muy sano, que pudo haber enfermado.
El enfermo en
delirio sintió el llamado,
el vacío, y la
hora de morir de angustia.
II
Pliego mis alas
para entrar en el hueco que dejas.
Pudiste ser una
planta que daba canciones,
un estéreo que manaba
vino
o una botella en
la noche.
No lo eras.
Para mí lo
fuiste.
POEMA
Qué singular
vestías tu chamarra
tejida con
líneas de seamos amigos.
Prefiero mi
armadura anti famas,
para ver cómo
reaccionas ante mi nombre.
Invité al mayor
de los Torres y a Jack a mi fiesta,
en la alcoba
cincuenta, de un edificio conocido.
Estoy lleno de
combustible, dije a uno de los tres.
Más tarde llegó
tu recuerdo, y entonces reímos los tres.
Qué particular
forma de hablar
las palabras
sonadas sin significado.
Acostumbrado al
dolor y la soledad
los tres fuimos
por más y más.
¿De qué sirve
morir, sino para unir lo disperso?
Abuela duerme
eterna, y abuelo está en cenizas.
Separados por
cien kilómetros
no se preocupan
por calles o ciudades.
Será en la
muerte que nos unamos,
donde no habrá
preocupaciones del futuro.
Ya no más
palabrería ni ver amaneceres.
Vivir la muerte
juntos, separados como este instante
en que tus
palabras suenan vivas.
POEMA
Cato esta mañana
el dolor de la
resaca.
No a las pastillas.
No a los
remedios caseros.
No a decir nunca
más.
No soy de los
que van en busca de papi,
o en busca de un
amigo,
¡Alguien que
ayude
en lo que pueda!
Cato con gusto
la resaca que
busco,
día a día y en
las noches
vagando por los
bares y calles.
POEMA
12
Después de la
borrachera, entierra la botella.
Eso me dijo un
santo, el patrono del vino.
Un día lo conocí
en el burdel Dolores,
vestía como una
mujer de noche,
pero de día era
gerente.
Fue divertido
acariciar la tierra
hurgando en lo
desconocido.
En ese hueco
pequeño metí mi botella,
cubriéndola
después con pasto.
Encendí incienso
en la alcoba por la mañana,
y puse un altar
al fallecido,
desenterrándolo
de su muerte,
para saber que
era de Burdeos.
MUJER
PERFECTA
La
quiero bella y esbelta.
Cuello
y ademanes finos.
¡Que
vaya a misa y crea en Dios es lo mejor!
La
quiero dulce y reservada.
Vestir
elegante como lo grande.
¡Que
vaya a misa y crea en Dios es lo mejor!
Importa
poco lo que diga su madre y su padre.
Lo
que confiese al cura será lo mejor.
La
quiero entera y cortés.
Con
inteligencia y educación.
¡Que
vaya a misa y crea en Dios es lo mejor!
Importa
poco lo que le digan sus amigas y novio.
Corromperla
será lo mejor.
POEMA 14
Siento que estas
palabras no son mías.
Sé el significado.
Desconozco lo
que dicen.
Debería
registrar una palabra.
Inventarla sería
lo primero,
para con ella,
ganar una fortuna.
Siento que hablo
lo que dijo otro,
en este idioma,
en otro tiempo.
Con un código
nuevo, indescifrable,
voy a decirte lo
que hice.
¿Entendiste?
UN
DÍA MUY ESPECIAL
Se habían citado
en una calle;
más preciso en
una esquina.
Enfrente había
un hotel.
Detrás había un
teatro.
Era un día muy
especial.
Les gustaba ir
caminando;
más que por las avenidas,
por las calles de
sus vidas.
Vieron fotos,
familiares
y uno que otro
amigo.
A ratos de la
mano,
otros tiempos
dormían juntos.
Despertando
unidos en un abrazo;
eran el reflejo
de sí mismos
viéndose en lo ajeno.
Sin palabras por
decir
se prometieron
la eternidad.
Reían cada cual,
felices ante la adversidad.
Era un día muy
especial.
Sin hablar, en
silencio,
él llegó a casa
en una noche.
Quería verla,
quería sentirla
quería que el
otro no estuviera en su cama.
(La vio, tendida
como un susurro.
Suave y ávida,
unida a su rival.
Era un día muy
especial.)
CUENTAGOTAS
Las
gotas hablan.
Usan
la voz de niños jugando
debajo
de la tormenta.
Usan
el sonido de una radio
encendida
en la casa de enfrente.
Usan
el rumor de las calles,
lo
hacen propio como un latir.
Las
gotas hablan, innumerables
esta
hora nocturna sobre mi cama.
Conversan
entre ellas.
También
cantan.
Se
oye su himno,
que
es el himno nacional.
Usan
la voz de un anciano enfermo
en
el hospital de atrás.
Usan
una voz balbuceante
de
quien flotó nueve meses.
Usan
a veces el silencio
y
con esa voz hablan.
Hablan
al mundo,
pero
sólo yo puedo oírlas.
POEMA
17
No más tener que
decirle a un amigo:
tu novia es la
novia del pueblo,
el pueblo ha
visto
el pubis de su
pubis,
las axilas de su
boca.
Ir donde los
escorpiones
se entierran sus
aguijones,
para oír
murmullos de la noche.
Los saltamontes
arquean sus patas,
pliegan sus
alas,
pero no levantan
vuelo.
Cerrar los ojos.
No volver a ver.
No más inflar
globos a la inversa.
No más…
Ya nunca más.
POEMA
18
Cerco el camino en rizo por donde huyes.
Fuentes envenenadas aguardan las bestias
de tu carruaje.
Basta sentir y temer,
basta tener que saber que partes para
conocerte a fondo.
Voy contigo a cada paso,
pues siempre estás en mi mente.
Se diluye en niebla la duda,
decides aparecer a la distancia dentro
del pensamiento.
¿Cómo saber que eres tú,
soplando vida sobre la tumba en que me
tienes?
Negro fuego, redes cortas, animales
ocultos,
todo sale de tu boca para quitarme lo
que me diste.
Saluda a Baco cuando te ame en mi lugar,
dile que aún llevo la risa de papel,
su máscara de ira,
en este día que te veo morir en mi
futuro.
ES TIEMPO DE...
Coagulando el tiempo en la herida de su
nombre,
este hombre pide salsa y limón para sus
tripas,
pide que llueva licor de las copas de
los árboles
y que el viento azul fluya en las venas
petrificadas de su ser.
Es tiempo que las golondrinas resuciten
el quinto día,
para avisar que el invierno se ha quedado
cuatro estaciones.
Confundir y enloquecer son sinónimos
como hubo un sinónimo para tu nombre.
Ya no diré aquellas palabras,
tampoco el aroma nocturno de tu cuerpo
me envolverá.
Han pasado tantos siglos, que ya debe
ser viernes.
Es tiempo de amanecer al ataúd que
durmió de día,
para darle a saborear el cupón de llanto.
.
He visto perdida, aniquilada, y tendida
bajo el liquen su figura.
La he visto y sé que es ella,
tiene entre brazos su promesa incluyendo
el: siempre.
20
Conocerte
es dar mi cofre con llave
para
que quites los candados
y
amarres mi último pestañeo,
antes
que el largo latir llegue a mí.
Podrías
rellenar las dudas con fantasía.
Te
recomiendo empezar por los defectos,
esos
que cubren la superficie del mundo.
Hoy
vi estrellas nadar sobre un lago
y
un dragón despertó entre sus patas.
Conóceme,
mujer luna, mujer cielo;
aprende
del náufrago del silencio.
Cada
día lo inicio con un bostezo a la luz
mientras
el alba pestañea en las ruinas del sueño.
Dejo
algunas huellas también para que leas,
ellas
te dirán por dónde anduve
en
qué rincón se parió un sepulcro,
antes
que el cirio iluminara la noche.
Recuerda
que a los esqueletos les crecen recuerdos como uñas,
fíjate
que sus venas nutren las tristezas.
Hoy
espero que al olmo le salgan escaleras,
aguardo
a los líquenes fraccionados en sus ramas.
Ve
a mi pasado con este pensamiento:
Vivo
la vida arrullando la muerte.
II
Una
carta o tu silencio.
Una
carta o tu silencio,
lo
segundo más que lo otro
en
un año entero.
EL CIGARRO EN EL CENICERO
Eres como el agua quieta; así de
peligrosa.
Incluso el cielo teme de ti, pues al
verte sonríe.
Miro las fotos de deseos marchitos,
viejo jardín
en que sembraste tu nombre regado entre
promesas.
Eres capaz de temblar en calma; casi
como hoja.
Sueles ser honesta, qué mentira cabe en
eso.
Compongo mi dolor desde tu carta, la que
no llega.
Despídeme de los cielos nublados, diles
que voy al día.
Eres como el agua mansa; así de callada.
Dentro del espacio cruza un rayo, brilla
por tu ausencia.
A mis pies mojados ha vuelto tu
abandono,
quiere calentarse, tiembla como un
sismo.
Eres capaz de detener la locomotora del
tiempo,
con esos ojos, con esa voz delgada y
tierna.
Veo a lo lejos el ayer que se va a tu
lado.
Te agarra de la mano para no perderse.
Eres como el agua inmóvil; así de
transparente.
Al fondo se ve que eres diferente a lo
que pensé.
Hace metros que la distancia dejó de
contarse a sí misma.
Estaba cansada de alargarse por siempre.
Fuiste
y eres cada memoria en decadencia;
cayendo lento, cae para levantarse sin
pies.
Mi corazón cabalga las azoteas
nocturnas;
palpitan sus cascos en busca de la
brida.
El humo de incienso y tabaco y cartas
sube sin imaginar, que antes fueron
retratos nuestros.
El viento se acuerda de los parques, de
las calles.
Suele contarme que hubo tiempos
acompañados.
Es fácil ahogarse en llanto, claro y
simple
cuando las lágrimas se resisten detrás
de los ojos.
Eres como el agua quieta; así de
peligrosa.
Incluso el futuro teme de ti, pues al
verte, ya no sonríe.